Opinión

¡Emergencia a gusto del cliente!

Por: Adrián Risco Chang

Pocas veces se han visto reacciones tan virulentas como la que ha desatado el reciente amago de declarar en emergencia al Ministerio Público. Y es que con un proyecto de ley ni siquiera presentado el gallinero se alborotó. Los interesados tomaron armas, alzaron su voz en cuanto espacio pudieron y empezaron a censar zapatillas.

La mañana del 22 de febrero la filtración se esparció y esa misma noche el Fiscal de la Nación interino, Juan Carlos Villena, se plantó frente al país para expresar muy enojado su rechazo frente a una posibilidad que ni siquiera empezó proceso formal. Algo raro en él, que en esta corta trayectoria no ha mostrado gusto por la cámara. Fue el play de honor: la recatafila de “moralistas” se sumó a la gesta con prisa y sin pausa -nuevamente con la cantaleta de “dictadura congresal”-, el recuerdo de los noventa estuvo a la orden del día, y claro que sí, la democracia volvió a morir. Declarar en emergencia al Ministerio Público es un procedimiento que requiere la aprobación de una ley. Así se desprende de la Constitución.

Pero lo que sorprende es que esto no es nuevo, sino que ya se había intentado en enero de 2019, ¡nada más y nada menos que por Vizcarra! La cuestión es que ya prácticamente nadie recuerda, o prefiere no recordar, que en aquellos días cuando el ex Fiscal de la Nación Chávarry intentó remover a los deficientes fiscales Vela y Pérez de las investigaciones, el vizcarrismo aprobó, de manera exprés y hasta con un ímpetu violento, presentar el Proyecto de Ley N°3765/2018-PE. Así, con fecha de ingreso 2 de enero, esta movida se alzó como una afirmación del poder vizcarrista y su fanfarria de lucha anticorrupción, llegando incluso a amenazar con la cuestión de confianza para que sea aprobado.

“Es imposible negar deficiencias y crisis en la Fiscalía. Eso golpea  a todo el sistema de justicia y destruye
las bases de nuestra sociedad cada vez menos democrática”

Aquello no difiere mucho del nonato proyecto del Almirante Montoya. El objetivo era prácticamente el mismo: declarar en emergencia al Ministerio Público, reconformar la Junta de Fiscales Supremos y emprender una reestructuración yreorganización de la institución.

¿Cuál fue la reacción en aquella oportunidad?, la respuesta se cae de madura. Quienes ahora chillan y se rasgan las vestiduras la abrazaron, la defendieron y la difundieron. Es que claro, era su bando, habían ganado posición y tenían que cerrar filas. No hubo réquiem por la democracia. Se dice que la historia es cíclica y lamentablemente nuestro país parece andar en círculos, mordiéndose la cola. Es imposible negar deficiencias
y crisis en la Fiscalía, tanto entonces como hoy. Eso golpea a todo el sistema de justicia y destruye las bases de nuestra sociedad cada vez menos democrática. Pero si algo nos enseñan estos episodios es que la indignación es siempre a gusto del cliente. Y así no vamos a ningún lado.

(*) Politólogo PUC

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