Opinión

El terrorismo de las organizaciones criminales

Por: Iván Pedro Guevara Vásquez

Tradicionalmente, se ha llegado a creer que el terrorismo ha sido obra exclusiva de los movimientos marxistas que asumieron que sin el poder todo es ilusión y que la violencia es la única vía para llegar al poder.

Pero históricamente ello no es cierto. Otros movimientos violentistas no marxistas han acudido a la vía de la violencia armada para llegar al poder, con periodos de táctica de disfraz democrático en el caso del nazismo hitleriano para participar en el Parlamento alemán y llegar a la cancillería, por ejemplo.

No hablamos por cierto de la violencia armada independentista de países como el nuestro, que se enfrentó al poder colonialista español para lograr la soñada independencia nacional, porque en este caso se trata de una violencia justificada por las circunstancias históricas.

Estamos hablando de una violencia ilegítima cuando se trata de llegar al poder estatal por medios no democráticos; es decir, violentos. La experiencia histórica ha enseñado prácticamente que ningún movimiento que ha llegado al poder por medios violentos ha dejado el poder pacíficamente, pues, al contrario, se resistió a entregarlo a la democracia hasta el último momento, ciertamente bajo un discurso formal inicial de toma del poder contra una dictadura o una democracia formal débil para entregarlo a la democracia.

Ahora, ante la violencia de organizaciones criminales en el país vecino del Ecuador, este país llama a esta violencia como lo que realmente es: violencia terrorista. Terrorismo armado del crimen organizado que tira granadas en avenidas principales en el país.

Terrorismo armado de una criminalidad aún más peligrosa y letal que el terrorismo de grupos subversivos marxistas o fascistas, pues el crimen organizado se alimenta y fortalece de la corrupción estatal. Las organizaciones criminales son lo que son por obra y gracia de los funcionarios y servidores públicos corruptos, pues de ahí encuentran el necesario apoyo y soporte para seguir adelante en la senda del crimen.

Sin corrupción estatal, el crimen organizado no tiene poder alguno en realidad para mantener en zozobra y angustia a la sociedad. Pero con corrupción estatal, el camino se allana para la criminalidad organizada, pues los trabajadores estatales corruptos (funcionarios y servidores en general) facilitan el cumplimiento de los objetivos a los delincuentes organizados.

Por otro lado, cuando la corrupción es casi generalizada, la delincuencia organizada pierde el poco respeto que tenía hacia el Estado y lo ataca, pues asume que éste no tiene autoridad moral.

(*) Analista politico

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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