Opinión

Primer ministro debe renunciar

Por: Luciano Revoredo

Existe una clásica y arquetípica idea que asocia al militar con lo heroico, con el sacrificio y el estoicismo. Con modelos como Alejandro Magno, Napoleón, Wellington o Patton y en el Perú los más grandes, siempre Grau, Bolognesi y Quiñones.

Esta idea se ha dejado un poco de lado ante el desarrollo del concepto de que estamos en los tiempos postheroicos, en que los militares se han vinculado más a la sociedad y deben abandonar ese modelo épico.

Por otra parte, el mundo globalizado y tomado ideológicamente por la progresía aborrece al ideal heroico. Quieren ejércitos controlados por la ideología de género, jefes sin autoridad, jerarquías sin poder, democratismo en las decisiones. Todo lo contrario al ideal de la vida militar.

En nuestro país hemos visto, en este sentido, la más denigrante de las situaciones cuando una organización criminal dirigida por remanentes de Sendero Luminoso ha tomado el poder y las fuerzas armadas han mantenido su neutralidad y se han sometido al acto luctuoso y lastimero de reconocer a estas autoridades y rendirles honores.

A lo largo de un año han aceptado todo tipo de humillaciones. Desde un asesino como canciller que se atrevió a decir que el terrorismo comenzó en la Marina de Guerra, hasta un terrorista que funge de congresista y que se permitió ofender a un héroe viviente de la patria o un infame como Gavidia capaz de denigrar su condición de almirante al ser comparsa de un gobierno castrochavista.

Hasta la semana pasada solo habíamos visto reacciones dignas de los militares en retiro. Nada, ni un pronunciamiento de los que están en actividad. Hasta que con motivo del acto de terrorismo cometido en Chota por ronderos que secuestraron a un periodista, el impresentable primer ministro Aníbal Torres sale en defensa de las rondas campesinas para decir que con ellas “se acabó el abigeato, el robo, el delito contra el patrimonio y la violencia contra la mujer. Ya quisiéramos que la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas brindaran la misma seguridad en todo el país”.

Este hecho mereció un pronunciamiento, aunque tibio, del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas que lamentaba las frases vertidas por el primer ministro. No era cuestión de lamentaciones sino de un enérgico rechazo. En este sentido fue mucho más contundente el almirante y congresista Jorge Montoya, que en sus redes sociales exigió la renuncia de Torres al que llamó, con justa razón, enemigo del Perú y una vergüenza como PCM.

Sin duda Aníbal Torres ya viene hace tiempo soltando todo tipo de dislates y desatinos, muchas veces lo hace para generar cortinas de humo y dar un respiro al gobierno en medio de sus escándalos de corrupción. Lo menos que debe hacer es dejar el cargo para el cual no está capacitado y cuya dignidad afrenta con su sola presencia.

(*) Analista político

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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