Opinión

Maestros de aula vs educación virtual (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Afirma el periodista Andrés Oppenheimer que pronto ya no será necesario que los maestros impartan conocimientos porque todo está en internet. Lo dijo hace unos días en una entrevista, incidiendo en una de las ideas centrales de su libro “Sálvese quien pueda”, donde prácticamente asegura que pronto llegará el día en que el robot podrá reemplazar casi en todo al ser humano no solo en las labores físicas, sino también intelectuales. Este ensayo fue publicado en el 2018 y en ese entonces Oppenheimer pronosticaba que, dentro de cinco años, la automatización y los robots provocarían un “tsunami laboral”.

Ya pasaron esos cinco años y en ese tiempo la educación virtual, si bien fue fundamental durante la pandemia por sus extraordinarias ventajas, ha demostrado también que tiene muchos defectos. Una prueba clara de ello son los bajos niveles de la educación no solo en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, sino también en las grandes potencias mundiales, donde se ha dado excesiva prioridad a la educación virtual a desmedro de la presencial. En las redes sociales se difunden videos de encuestas hechas en diversos países a universitarios que ignoran las respuestas a preguntas que, hace años, los niños de primaria respondían acertadamente con facilidad.

Hace unos días, el exministro de Educación, Jaime Saavedra, publicó en sus redes sociales los resultados de un estudio del Banco Mundial, que daba cuenta de que los niños en el mundo en desarrollo, léase Asia del Sur, América Latina y África, han tenido menos éxito en superar la educación de sus padres. Y eso ocurre a pesar de los niveles más bajos de educación de los padres.

Es decir, de acuerdo a ese informe, titulado “Movilidad intergeneracional en el mundo”, los niños de hoy han adquirido menos conocimientos que sus padres, a pesar de que en la actualidad cuentan con “toneladas de conocimientos” en el ciberespacio, a los cuales pueden acceder cómodamente desde los muebles de sus casas o hasta de sus camas, a través de un celular, una Tablet o una laptop, sin la necesidad de escuchar al profesor en el aula o ir a una biblioteca, como antes.

Precisamente, ahí está el problema. La educación virtual, en línea o teleducación, de la que se está abusando, causa una suerte de sedentarismo no solo físico, sino también intelectual. El aprendizaje requiere de concentración, interés y voluntad, algo que tienen cada vez menos los niños y jóvenes precisamente como consecuencia del abuso de la tecnología. Mañana continuamos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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