Opinión

Bicameralidad

Por: Víctor A. García Belaunde

El 5 de abril de 1992 el autogolpe de Fujimori disolvió el Congreso, cerró el Poder Judicial, el Ministerio Publico y el Tribunal de Garantías Constitucionales; el presidente de la república se hizo de todo el poder y durante ocho meses tuvo el poder absoluto del país.

Cuando en la OEA se trató de enmendarle la plana a la dictadura fujimorista, en Lima grupos políticos de izquierda proponían que se establezca una Asamblea Constituyente, creían que Fujimori iba a perder popularidad y en esta ocasión iban a lograr una Constitución a la medida de su ideología. Fujimori al ver que el retorno a la democracia era una Constituyente la aceptó de inmediato porque esto le permitía ganar más tiempo y demoraría su instalación.

En el proceso eleccionario se le llamó al nuevo parlamento Congreso Constituyente Democrático, el cual con 80 miembros iba a redactar una nueva Constitución o reformar la de 1979. Y dentro de la propaganda del gobierno para esa elección se proponía la desaparición del Senado porque con una cámara era más que suficiente que un Congreso funcione y sea más expeditivo.

En plena dictadura fujimorista se capturó al delincuente terrorista Abimael Guzmán, era setiembre de 1992 y las elecciones al Congreso Constituyente estaban programadas para el 22 de noviembre de ese año, aquella captura fue usada para desprestigiar más a los partidos políticos y de esa manera el gobierno logró tener un Congreso controlado su antojo.

En el debate parlamentario cuando se ajustaba la nueva composición del Congreso se estableció que éste sea unicameral, porque el bicameral era de mucho gasto, y que ese dinero era mejor usarlo para implementar más escuelas, mejores salarios a los maestros y mejorar la salud de los peruanos. Y como todo eso se oía bien, se convencía a la población que ese era el camino a seguir. Mandaron a varios parlamentarios a que conozcan las ventajas del unicameralismo a los pocos países o estados donde ese sistema funcionaba, con la diferencia que aquellos tenían una población muchísimo menor que la nuestra.

Luego Carlos Torres y Torres Lara el “constitucionalista” de la dictadura no ideo mejor cosa para justificar que el Senado aún quedaba en la Constitución diciendo que en caso del cierre del Congreso quedaba la Comisión Permanente que no será disuelta. “Que más Senado quieren?” manifestó en un programa de tv. Y cuando Vizcarra cerró el Congreso la Comisión Permanente quedó solo como una mesa de partes, no fiscalizaba y menos interpelaba ministros, consolidando la dictadura de Vizcarra en un remedo de la fujimorista.

Hoy, a pesar de la atomización del Congreso, hemos regresado a la bicameralidad, es muy cierto que esta composición no agrade como quisiéramos en nuestras expectativas tanto intelectuales como políticas, pero es un avance importante en la representación política de la ciudadanía y regresar después de 33 años al sistema que nuestros padres fundadores nos habían propuesto para funcionar como República.

(*) Excongresista

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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