La señora Boluarte ha sido duramente criticada, en su condición de presidenta de la República, por exhibir un reloj marca Rolex cuyo costo ha sido estimado entre 6 y 14 mil dólares. La pregunta clave es de dónde ha sacado el dinero para adquirir ese costoso artefacto -y según parece otros 9 relojes- durante su ejercicio presidencial cuando el sueldo es de solo 15 mil soles mensuales.
No pretendo defender a la señora Boluarte, ni su desgobierno ni mucho menos su vocación de coleccionista de relojes, incrementada, según parece, desde que llegó a Palacio de Gobierno pero, una vez más, se pone en evidencia la vocación de criticar la hojarasca y no las razones centrales por las que hace rato que dicha dama debió irse a su casa las cuales son visibles y cada vez más notorias.
En todo caso, debe recordarse que en Palacio de Gobierno, la señora Boluarte no tiene costo alguno, hasta disfruta de un avión privado -el llamado avión presidencial- y debe seguir gozando de una nunca expuesta partida para gastos presidenciales que don Fernando Belaunde me contó que, cuando ejerció el cargo, había puesto a disposición de la Casa de Edecanes lo que no creo que haya ocurrido con sus sucesores.
Boluarte alega que ha trabajado desde los 18 años para explicar esta exhibición de signos exteriores de riqueza aparentemente mal habida pero ha estado, como siempre, mal asesorada: también se venden relojes Rolex de segunda mano, a mitad de precio y con sus ingresos, ahorros y bolsa palaciega de un año bien pudo habérselo comprado. Aunque su creciente amistad con el “papá de La Libertad”, conocido como “plata como cancha”, también puede haber sido una fuente de suministro.
Al final de cuentas, si la mujer del César no solo debe ser honesta sino también parecerlo, con mayor razón se aplica esa antigua máxima romana a una jefa del Estado, más aún en un país como el nuestro con cerca del 33 por ciento de pobreza en el que recordemos que, al llegar al Poder en su primer gobierno, García Pérez declaró como única propiedad un reloj y luego vimos la visible y descarada evolución de ese patrimonio.
(*) Presidente de Perú Acción Presidente del Consejo por la Paz
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