Opinión

El desprecio por lo antiguo (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Una joven usuaria de Twitter, periodista ella, escribe un mensaje: “Cómo es que gente de menos de 80 años todavía ve televisión por cable”. Otra tuitera le responde con sarcasmo: “Porque me da la gana. Otros porque no pueden/quieren pagar servicios de streaming. Otros por el futbol, canales específicos, etc. No le veo ningún problema. El gran problema es tu prejuicio disfrazado de tuit”. Exacto, obstinarse en borrar todo lo antiguo, lo convencional o lo tradicional, así útil o beneficioso aún, es uno de los principales problemas de las nuevas generaciones. Y el hecho de que la autora de la frase en mención sea periodista es más grave aún porque es en los canales de señal abierta o de cable donde está la noticia y esta es la razón de ser de nuestra carrera.

Un raciocinio de esa naturaleza refleja una de las características negativas —también las hay positivas y muchas, por si acaso— de las nuevas generaciones, la de los millennial y centennials, creer que lo último de la tecnología tiene la capacidad de arrancar de cuajo a todo lo anterior, luego de colocarle la etiqueta de desfasado. Las palabras de la citada periodista, por cierto —además— niegan que muchas personas mayores de 80 años aún pueden ver televisión; por lo tanto, tienen una carga de arrogancia y desprecio.

Es cierto que las plataformas de streaming como Netflix, Amazon Prime y Apple TV son una gran innovación tecnológica, pero otra cosa es el servicio que brindan los canales de televisión por cable, en señal abierta o cerrada, donde se emiten programas en vivo y en directo, no necesariamente grabados. Y esto es lo más cerca al mundo real en televisión en estos tiempos en los que la realidad virtual nos aleja demasiado, a tal punto que está causando problemas de sensibilidad, empatía, panorama contextual, etc.

Este grave problema ya la intuía el recordado escritor argentino Ernesto Sabato, autor de obras literarias de antología como la novela “El túnel” y el ensayo “La Resistencia”. Precisamente en esta última observaba que “el hombre se está acostumbrando a aceptar pasivamente una constante intrusión sensorial (…) que termina siendo una servidumbre mental, una verdadera esclavitud. Pero hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse (…)”.

No podemos nadar contra la corriente ni ser tan ciegos como para negar la importancia de la tecnología. Pero de ahí a pretender borrar todo lo pasado hay mucho trecho. Mañana continuamos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

Related Articles

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Back to top button