Opinión

Dina, Lula y sus detractores

Por: Martín Valdivia Rodríguez

La reunión entre Luiz Inácio Lula da Silva y Dina Boluarte ha escandalizado a algunos sectores de la izquierda y la derecha peruanas. Sindicado por la derecha como el artífice del Foro de Sao Paulo, amigo de los Castro, Hugo Chávez y condescendiente con Maduro y Evo Morales, Lula es una especie de papá pitufo de la izquierda sudamericana. Mientras que, por otro lado, muchos políticos progres peruanos no entienden por qué un líder de izquierda se reúne con Dina Boluarte, a quien califican de derecha y a su gobierno de una dictadura.

Tanto es el encono del radicalismo zurdo peruano que han alertado que el viaje de Dina Boluarte a Brasil, para participar en la reunión de presidentes de los países amazónicos y tratar temas como el medio ambiente, los incendios forestales, las actividades de extracción, la pérdida de carbono y la tala ilegal de árboles, representa peligro de fuga porque “se encuentra en plena investigación a nivel del Ministerio Público por la presunta comisión de delitos penales de genocidio, homicidio y lesiones graves en agravio de ciudadanos peruanos”.

Se trata de una hipótesis un poco tirada de los cabellos, a menos que la presidenta se crea culpable de acallar las protestas de inicios de año imponiendo “manu militari”, es decir, por la fuerza de las armas con una orden general de disparar a matar. Hubo, sí, excesos que la Fiscalía de la Nación se encargará de investigar para identificar individualmente a los responsables. Ya cuando Dina Boluarte pise nuevamente suelo peruano, procedente de Brasil, se habrán disipado las dudas y el temor de su fuga habrá desaparecido.

Antes de alertar sobre la posibilidad de que la jefa de Estado no regrese al Perú y se asile en un país cuyo gobierno sea de derecha, sus detractores recalcitrantes, el sector radical y el caviar de la izquierda peruana, adujeron que el viaje es inconstitucional porque en la Carta Magna no se menciona la posibilidad de gobernar de manera remota.

No una, sino varias veces, se descubrió que un congresista hacía su trabajo digitalmente, desde una playa de Trujillo o una exclusiva residencia de Miami, pero solo algunos se indignaron y los casos fueron pasados por agua tibia. Ahí nadie dijo que esa manera de trabajar para uno de los poderes del Estado, de forma virtual, no está contemplada por la Constitución y que, por lo tanto, es ilegal. Algunos, alegaron, incluso, que ahora debemos sacarle el jugo a la tecnología.

Por lo demás, el primer viaje de la presidenta al exterior reviste singular importancia, tanto por los temas abordados como por la oportunidad de reposicionar al Perú en la órbita internacional. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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