Opinión

Desprecio por la cultura

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Alguna vez, el recordado Marco Aurelio Denegri visitó el set de Gisela Valcárcel y constató en gran magnitud que la sociedad peruana desprecia la cultura y enaltece las cosas banales, es decir, lo trivial, lo insustancial, lo ordinario. Indignado, el intelectual y polígrafo expresó: “Me lastima estar sentado frente a una persona que gana US$30 mil por su talento, cuando yo gano solo S/600 por el mío”. Un caso similar es el del arqueólogo Walter Alva, uno de los hombres que ha dedicado su vida a la conservación y difusión de los tesoros que hemos heredado de nuestros antepasados. El descubridor de las Tumbas Reales del Señor de Sipán está delicado de salud y recibe una mísera pensión de S/740, que no le alcanza ni para vivir dignamente. Tal es la situación que, a través de las redes sociales, se realiza una cadena de solidaridad para apoyarlo económicamente.

Walter Alva, de 71 años, en 1977 asumió el cargo de director del  Museo Brüning de Lambayeque. Realizó excavaciones arqueológicas en las Salinas de Chao (1977), en el valle de Zaña (1977-1978), en el Morro Eten (1979) y en Purulén (1983). Pero fue el descubrimiento de las tumbas reales moches en Sipán lo que le daría fama universal.

Su trabajo ha contribuido significativamente al conocimiento y la comprensión de la historia antigua de la región donde alguna vez se enseñoreó la cultura Moche.

¿Es justo que Walter Alva reciba una pensión que no le alcanza ni para solventar sus gastos mínimos de subsistencia, pese a ser un hombre que se ha dedicado tantos años a preservar, proteger e investigar nuestra historia? Definitivamente, es injusto y denigrante.

Walter Alva ha recibido la Orden El Sol del Perú (1990), la distinción honoraria del Instituto Arqueológico Alemán (1991), la medalla de honor del  Congreso de la República del Perú  (1999), el Premio Esteban Campodónico  (2015) por su actividad profesional destacada y el título de doctor honoris causa en varias universidades. Está muy bien, pues se merece eso y mucho más, pero los títulos y distinciones no dan de comer ni ayudan a estar bien de salud.

No se trata solo de la indiferencia del Estado, sino también de ese sistema que sobrevalora lo fútil, la frivolidad y la mediocridad, pero subestima y vilipendia la cultura, el conocimiento, la sabiduría. No es que Gisela no deba ganar tanto, sino que Marco Aurelio Denegri, Walter Alva y todos los demás hombres ilustres que verdaderamente hicieron algo bueno por la sociedad, no merecen ese maltrato. En realidad, ningún hombre que sirvió al país merece ese desprecio. No existe la menor proporcionalidad en los ingresos económicos que reciben, con lo mucho que hicieron, tanto en sus años mozo como el otoño de sus vidas. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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