Opinión

Defendamos la Constitución de 1,993

Por: Dante Seminario Vera

Hay que decirlo abiertamente: Pretender cambiar la Constitución de 1,993 es una mayúscula estupidez. Pero, aquellos que enarbolan los postulados pseudo-revolucionarios (en realidad son postulados cuasi dictatoriales) de una pequeña isla caribeña —que se ha convertido en la prisión de un millón de personas— persisten en ello. Así, publicitan sus ideas trasnochadas argumentando que en esa prisión insular hay buena salud (pero en sus hospitales escasean los medicamentos y los médicos lo primero que averiguan es cómo irse a otros países para quedarse de contrabando); dicen que en esa prisión todo el mundo trabaja (pero tienen que descansar cuatro días de la semana —pues sino no habría trabajo para la gran mayoría de la población económicamente activa—para solo ganar cerca de 11 dólares al mes); dicen que toda esa población no pasa hambre y está bien alimentada (pero sus hijos no conocen un buen bistec o no saben lo que es el arroz graneado, porque el que reciben es pegajoso e inservible); hablan de libertades y se autoproclaman defensores de los derechos fundamentales (pero tienen que meter presos a sus intelectuales, porque se oponen a las arbitrariedades que cometen sus políticos en el gobierno). Esa es la nueva sociedad que pretende el huancaíno con aires caribeños que, incluso, se casó con una extranjera, de repente por no querer a alguien cobrizo y andino como él.

El periodista Augusto Thorndike recoge algunas de las frases de aquellos que dicen luchar contra la corrupción y que defienden esa dictadura «(…) “¡La izquierda es limpia!”, proclama Villarán. “¡Nos debemos al pueblo!”, grita Humala. “¡Queremos políticos decentes!”, asevera Goyo Santos. “¡Queremos un gobierno transparente!”, reclama Vero. “¡No a la corrupción!”, afirma Cerrón (…)». Tras esas frases encontramos una retahíla de mentiras, un discurso que es contradicho por sus actos, con todo lo cual se muestran abiertamente tal cual son: una sarta de dictadorzuelos de medio pelo, que ansían sin ambages el poder, para ejercerlo de manera permanente y, si pudieran, sempiternamente. La intención no es ver por las masas populares, la intención es convertir a nuestro país geopolíticamente en un ancla del Pacífico que servirá al comunismo para enfrentar a los EE.UU., país donde existen las oportunidades, siempre y cuando uno trabaje. Qué casualidad que miles de personas hoy marchen hacia el Norte en busca de sus sueños.

La pretensión de Cerrón Rojas de manejar el Ministerio de Energía y Minas era para menoscabar ese sector, para que no existan divisas, para que no pague la gran cantidad de impuestos que hoy este grupo tributa —reduciendo significativamente la distribución de dinero— para lograr paralizar las construcciones consiguiendo para ello dejar a la gente sin trabajo, para provocar de ese modo saqueos y un caos general. Defendamos nuestra Constitución, que nos da estabilidad económica, que nos da la posibilidad de trabajar, así como el darles a la nuestros una mejor calidad de vida. Pero, eso sí, la próxima vez elijamos bien, ya no más lampas ni lápices. Tampoco letras. Elijamos bien.

(*) Analista económico

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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