Opinión

Caviares: lloran, pero arañan

Por: Francisco Diez-Canseco Távara

Desde su caída en desgracia con el gobierno de Castillo, la caviarada ha ido de “Guatemala a Guatepeor” reaccionando siempre con lo peor de su repertorio caracterizado por la tinterillada, el chantaje mediático y, en la medida de su hoy decreciente influencia, la presión político.

Después de perder recientemente el control del Tribunal Constitucional ahora están maniobrando para preservar su control en instituciones que han copado como la Sunedu y la Defensoría del Pueblo y, en el camino, continuar con la persecución a Merino, Flores Araoz y Rodríguez por lo que vendría a constituyen el dominio del hecho -ya que no les pueden imputar una responsabilidad directa- sobre la muerte de dos jóvenes en las marchas de protesta por la asunción al poder de Merino.

Este nefasto lobby, sabemos bien, carece de toda ética y actúa estrictamente de acuerdo a sus intereses de grupo ya sus credos supuestamente progresistas y abiertamente antidemocráticos e iliberales: quienes los critican o discrepan con sus posiciones políticas son automáticamente estigmatizados en el mejor estilo del marxismo que ellos practican y bloquean en los medios de comunicación que ellos controlan. Tal como lo pudo constatar directamente, a mucha honra.

Desmantelar el aparato burocrático y mediático montado por los caviares en los últimos 20 años es una tarea indispensable para el avance y la consolidación de la democracia: impunes en sus prácticas corruptas, su estrategia gramoschiana consiste en entrar por la puerta falsa para ir copando las instituciones siempre amarrándose con el Poder de turno utilizando para ello el chantaje de los medios que manejan y el sistema interamericano de Derechos Humanos que controlan.

La trampa caviar ha prosperado por la ignorancia, la corrupción y el desinterés de políticos que no percibieron a tiempo el peligro que entrañaban sus avances y que creyeron que usaron para sus propias multas. Y la criada les salió respondona.

Cuando tuve el honor de fundar el Consejo por la Paz y, en nuestra declaración de Ayacucho, hace 30 años, denunciamos que los primeros violadores de los DDHH son los terroristas. Inmediatamente la caviarada se lanzó al ataque. 30 años después seguimos luchando contra esta fauna impresentable que tanto daño le hace a nuestra Patria.

(*) Presidente del Consejo por la Paz  

(*) Presidente de Perú Nación

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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