Opinión

Las dictaduras no pueden tener justificación ideológica

Por: Omar Chehade Moya

A propósito de la última entrevista que diera el presidente peruano Pedro Castillo Terrones en CNN al periodista mexicano Fernando del Rincón, ante la pregunta si es que considera o no dictaduras los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, donde el mandatario peruano no supo o no quiso responder ni marcar posición internacional alguna, demostrando que las vulneraciones a las libertades individuales y políticas como violaciones a los derechos humanos no le interesa un comino, ya que se tratan de regímenes de izquierda que supuestamente están del lado de lo que él denomina gaseosamente: “el pueblo”.

Las dictaduras no pueden ser justificadas o solo denostadas por el solo hecho de tener una bandera política o una ideología. Las dictaduras, las tiranías o las autocracias son per se, así sean de izquierda, de centro o de derecha. Es tan aberrante e inconstitucional una dictadura de izquierda como la de derecha. Tan letal y despreciable es una dictadura de derecha o de izquierda. Tan abominable fueron las dictaduras de derecha ideológica de Augusto Pinochet en Chile o de Rafael Videla en Argentina como las de izquierda representadas en las figuras de Fidel Castro en Cuba, Nicolás Maduro en Venezuela o Daniel Ortega en Nicaragua. La valoración que se tiene que hacer para calificarlas como dictaduras es sobre la existencia o no del recorte a los derechos fundamentales de sus ciudadanos, como la vulneración de su derecho de opinión, de tránsito, de reunión, de creación, de elección, derecho de sufragio, derecho a la inversión, y demás derechos individuales inherentes a la persona humana. Cuando se reprimen estos derechos y el gobierno con todo el aparato estatal viola permanentemente los citados derechos fundamentales consagrados en la Constitución, entonces estamos ante regímenes dictatoriales. No interesa que las tiranías, como siempre acostumbran a vociferarlo, digan que lo que hacen supuestamente “es para proteger a los pueblos del hambre o de la injusticia” o que se invoque “la revolución” o “gobiernos revolucionarios para cautelar la justicia social de los pueblos”. No podemos caer en el grave error de justificar ciertas dictaduras de la región por tener una etiqueta ideológica.

No pronunciarse, o evadir respuestas sin fijar posición, nos convierte cómplices de dichas dictaduras. Las autocracias también pueden tener rostros civiles con el manto protector del consabido populismo. No siempre tienen que ser golpes militares, o los uniformados al poder. Las dictaduras aparte de vulnerar los derechos fundamentales de la nación, siempre son corruptas y terminan en estado de putrefacción. Sus actores terminan por lo general en la cárcel o fugados, por eso que después de tanta atrocidad efectuada nunca se quieren ir. Intentan perpetuarse en el poder a cualquier lugar. Una dictadura que por lo general hace trampa en materia legal, político y constitucional nunca se va de buenas maneras, de modo pacífico o diplomático. Normalmente la gente en las calles y las manifestaciones derrocan a estos esperpentos. Los peruanos ya estamos advertidos de la actitud de nuestros gobernantes. Solo nos queda despertar.

(*) Ex Vicepresidente y ex Congresista de la República

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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