Opinión

Alan el estadista

Por: Antero Flores-Araoz

Al rememorar por tercer año, la partida de Alan García, no deberíamos quedar en el recuerdo del maltrato que sufrió por autoridades de aquel entonces y ser víctima de una confabulación para detenerlo, enmarrocarlo y exhibirlo como un criminal ante cierta prensa llevada exprofeso y de madrugada. Algún día los responsables de la infamia tendrán que responder por ella.

Para entender a Alan García y al legado que nos dejó al Perú, así moleste a algunas personas, tenemos que comparar su primer gobierno del segundo, pues mientras en el primero batimos los récords de inflación, existían colas para comprar alimentos, la escasez era galopante, se instauraron controles de precios y se intentó estatizar las instituciones financieras; también hubo cosas positivas como uniformar a la Policía, sustituir ministerios de Aviación, Guerra y Marina por el Ministerio de Defensa, nombrar a algunas damas en gabinetes ministeriales, entre otros logros.

El segundo gobierno de García, siempre se recordará como excelente, pues pese a haber estado inmerso en una crisis financiera internacional, se pudo controlar su impacto en el país, se llevó la Economía nacional con profesionalismo, el Perú siguió creciendo, se combatió con eficiencia al terrorismo y narcotráfico en el VRAEM, se recurrió a la Corte Internacional de La Haya para resolver el límite marítimo con Chile, pero simultáneamente dando mensajes apropiados en el sentido de estar preparados para enfrentar situaciones de hecho. Además, se celebraron diferentes tratados de libre comercio y se logró el más importante con los Estados Unidos de América. La obra pública fue enorme y significativa.

Como se puede apreciar, la sabiduría popular de contrastar el primer gobierno de García con su segundo, denominándolos Alan I y Alan II, es certera y nos permite también decir que, si bien la juventud da fuerza y bríos, no es un buen requisito para gobernar, ya que se cometen muchísimos errores por la falta de experiencia y carencia de prudencia, defectos que son sustituidos por el recorrido de los años y estar cuajados para convertir las buenas ideas en realizaciones.

Como virtudes que nos deja el recuerdo de Alan tenemos una principalísima, esto es que supo rectificar, que no volvió a cometer los errores de su primer gobierno y quiso pasar a la Historia como hacedor y exitoso gobernante, como que realmente lo fue.

No fue de rencores, tanto es así que quienes en algún momento fuimos ácidos contendores, nos convocó a trabajar por el país.  Tengo que recordar su decidido apoyo para que la oposición en el 2004 condujera al Congreso, y su apertura para colaborar con el Perú desde el gabinete ministerial o en otras altas posiciones.

Tampoco fue sectario, puesto que no solamente se apoyó de los compañeros de su partido, sino que incorporó a independientes y de otras corrientes políticas, pero que tuviesen el denominador común de querer trabajar por la patria.

Otra virtud fue la de “comer sapos”, poniendo al país por delante del recuerdo de situaciones que lo afectaron. Alan fue un estadista y ahora sentimos la falta que hace.

(*) Excongresista de la República

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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