Opinión

Un Estado sin méritos, ni deméritos

Por: Fernando Cillóniz Benavides

En el Estado peruano, si uno es corrupto, inoperante y maltratador, no pasa nada. Peor aún, si uno es honesto, eficiente y servicial, tampoco pasa nada. Es absurdo, contraproducente e injusto que el trato laboral en el Estado sea así. En el Estado peruano, hagas lo que hagas, no pasa nada, ni para bien, ni para mal.

La máxima laboral en el Estado es “a igual función, igual remuneración”, lo cual resulta irracional. En estas instituciones, la productividad no cuenta para nada. Menos aún se toman en cuenta valores personales como la eficiencia, puntualidad, honestidad, austeridad, cordialidad y experiencia.

Aunque parezca increíble, muchos políticos ignoran esta situación. Obviamente, son personas muy corruptas, para quienes el clientelismo político es su mayor valor. Contratan a funcionarios y trabajadores, no por sus méritos personales y profesionales, sino por sus intereses personales y afiliaciones partidarias. Para ellos, la meritocracia es irrelevante.

La ausencia de meritocracia, y ni hablar del respeto a la carrera pública, ha resultado en un Estado muy corrupto, inoperante, ineficiente y maltratador. Dado que no hay consecuencias para los buenos servidores públicos, estos son cada vez menos en el aparato estatal. La política corrupta se ha impuesto sobre el profesionalismo y la meritocracia.

Las consecuencias son un Estado elefantiásico, corrupción desenfrenada, altísima rotación de servidores estatales, pésimos servicios públicos como agua, salud, educación y seguridad, infraestructura deficiente, un Congreso y Poder Judicial plagados de personajes corruptos e indolentes, policías y militares que para ascender a Generales tienen que pagar, al menos, US$ 20 mil en efectivo. ¡Es un desastre!

¿Dónde, en el Estado, no existe toda esta corrupción? En el Banco Central de Reserva del Perú (BCR). En el BCR prima la meritocracia y el profesionalismo. Se respeta la carrera pública. Los resultados están a la vista y son reconocidos y valorados en todo el mundo.

¿Qué tiene el BCR que no tienen las demás instituciones del Estado? Autonomía real y roles claramente definidos. ¿Por qué no replicar este modelo en las demás instituciones del Estado? Esa es la propuesta.

Proponemos Autoridades Nacionales Autónomas (ANA’s) – tipo BCR – apolíticas, profesionales, descentralizadas, meritocráticas, altamente especializadas en cada una de las funciones estatales fallidas: agua y vivienda, infraestructura, educación (incluyendo deporte, cultura y ciencia), salud, seguridad, entre otras.

En resumen, la propuesta consiste en despolitizar al Estado y profesionalizarlo. Convertirlo en un Estado que sirva a la ciudadanía, en lugar de uno que se aproveche de ella, como el que tenemos actualmente. Un Estado meritocrático. Es decir, un Estado con méritos para los buenos y deméritos para los malos, como en el colegio. ¡Esa es la propuesta!”.

(*) Exgobernador regional de Ica

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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