Después de una larga espera, se encuentra en cartelera la nueva producción del aclamado Jordan Peele, ganador del premio óscar a mejor guión original por Get Out en el año 2017, una película de terror que también dirigió y cuyo eje central de dicho filme fue la discriminación hacia los afroamericanos. Para esta nueva película, repite sólo en el rol de guionista y ejerce de productor, dando él mismo un paso al costado y cediéndole el puesto de dirección a la prometedora Nia DaCosta.
Para ponernos en contexto, la Candyman que actualmente está en cines es una secuela directa de un filme estrenado en el año 1992 con el mismo nombre, sin embargo, no es ningún inconveniente para disfrutar totalmente de esta película que será gratamente bien acogida por los fanáticos de este clásico personaje del terror de los años 90’.
Por un lado, la película de Nia DaCosta brinda muchos detalles bien cuidados para un disfrute total de Candyman para los fanáticos y algo totalmente novedoso y atractivo para el espectador común. Además, la directora rescata composiciones musicales de la entrega de 1992 y lo introduce en pasajes muy precisos de la película, también sobresale la puesta en escena que propone siendo lo más valioso que tiene el filme, todas las escenas están correctamente bien trabajadas acompañadas de muy buenas actuaciones por parte de Yahya Abdul-Mateen II y Teyonah Parris. Se rescata también el buen apartado técnico y el uso ingenioso que usó la directora para la utilización de los ‘flashbacks’ recurriendo a marionetas consiguiendo un resultado sobresaliente y apabullante.
Por otro lado, existen problemas puntuales que afectan gravemente a que dicho filme no logre explotar su máximo potencial. El más problemático es sorpresivamente el guión compuesto por Jordan Peele con aportaciones de Nia DaCosta y Win Rosenfeld, que nos cuenta una historia sobre el racismo en el territorio norteamericano pero cuyo mensaje no logra el resultado esperado que seguramente idearon cuando lo comenzaron a escribir en el año 2018.
El tema del racismo en la película está demasiado tocado, no se logra transmitir de manera sutil a los espectadores, sino que te lo mencionan e insisten en repetírtelo en varios momentos de la película como una manera de recordatorio, pero innecesario.
El dúo de protagonistas está bien construido, sin embargo, los demás personajes tienen poquísimo trasfondo, simplemente están ahí colocados para cumplir un rol específico y deshacerse de ellos de una manera veloz. Esta decisión no es recomendable para una película de terror y suspenso porque justamente de esta forma no logras trasmitir las emociones que el espectador está buscando.
Y es ahí el gran error de la película, los realizadores se confunden al centrarse demasiado en transmitir un mensaje anti racial hacia los afroamericanos antes que contarte una buena película que te brinde terror y suspenso. No existe un equilibrio entre ambas propuestas siendo el puntapié inicial para su disgusto.
Para concluir, Candyman es una película atrapante con un buen mensaje detrás, aunque en la forma de contarlo se hubiese esperado que fuese mejor, se debe comprender que en territorio norteamericano usualmente ocurren dichas situaciones y la expresión de los realizadores, también afroamericanos, es dar a conocer el cómo ellos se sienten ante una sociedad que aún los sigue oprimiendo.
Movimientos como el ‘Black Lives Matter’ y un gran puñado de público estadounidense seguramente quedarán encantados con este metraje, sin embargo, en demás países del mundo como el Perú, sólo será catalogado como una película con un sinsabor de boca, y muy lejos de al menos igualar a la ingeniosa Candyman de 1992.
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