Opinión

La urgencia de corregir errores (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Por lo general, los políticos que llegan a ocupar algún cargo público carecen de experiencia. Les pasó a Humala, a PPK, a Castillo, a premieres, a ministros. También a Dina Boluarte. Pero la situación empeora si no se cuenta con asesores eficientes, con olfato político, especialistas en prevenir y resolver contratiempos, problemas o crisis. En el argot político y periodístico le llaman “apagar incendios”. A ello se debe que se cometan tantos errores tanto en las campañas electorales como en las gestiones de autoridades que salen elegidas por el voto popular.

También hay muchos personajes que llegan alto —más por sus relaciones con el poder o golpes de suerte que por sus propios méritos— y se creen la divina pomada, los todopoderosos y los sabelotodo, de tal manera que no se dejan ayudar por los especialistas. Por eso meten la pata a cada rato. Uno de ellos era Alejandro Toledo, quien —según dicen sus allegados— hacía lo que le daba la gana y mandaba a volar a sus asesores. A Toledo se le recuerdan grandes escándalos como el “avión parrandero”, sus escapadas al “Melody” y las travesuras de su sobrino “Filete”.

Volviendo al escenario actual, el primer gran error que cometió Dina Boluarte fue decir que gobernará hasta el 2026, pues un grueso sector de la población rechaza esa posibilidad, a tal punto que ella se vio obligada a anunciar el adelanto de elecciones. El segundo error fue nombrar a Pedro Angulo de premier, cuando se necesitaba a una persona de mayor manejo político y capacidad de comunicar al mando del Consejo de Ministros, para contener la primera ola de protestas cuyas consecuencias ya conocemos.

El tercer error tiene que ver también con la comunicación, con el mensaje y la forma de dar a conocer las razones a la población para controlar la indignación y calmar los ánimos.

Por ejemplo, en vez de cargar la culpa por el lado del “terruqueo” se pudo invocar a los manifestantes, campesinos, mineros, obreros y comerciantes, entre otros, que no se conviertan en cómplices de los infiltrados que cometen actos vandálicos, los que atacan comisarías y aeropuertos. Este mensaje hubiera trazado una línea divisoria entre quienes protestan por su propia voluntad para hacer reclamos justos, y los infiltrados, revoltosos y vándalos de organizaciones politizadas con influencia del terrorismo. Hay que tener ello siempre en cuenta. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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