Opinión

Pedro Castillo en su laberinto

Por: Omar Chehade Moya

La tarde del martes, el presidente Pedro Castillo asistió al pleno del Congreso a iniciativa suya para dirigirse en una larga exposición a la nación. El pedido efectuado la semana pasada causó sorpresa y curiosidad, pues rara vez un mandatario solicitaba ir al Parlamento haciendo uso de esa prerrogativa constitucional, y menos aún en un momento de proceso de vacancia en su contra que el día anterior ya había sido admitida con 76 votos de nuestros legisladores. Sin embargo, mayor sorpresa causó que días antes de la presentación del mandatario al Hemiciclo, se deslizará fuertemente el rumor de que el jefe de Estado presentaría un proyecto al Congreso para el adelanto general de elecciones. El rumor sería después confirmado por el propio controvertido premier Aníbal Torres Vásquez.

Esta polémica conducta de un mandatario, de querer cambiar las reglas de juego tipificadas en la Constitución Política, tiene el nefasto antecedente del impresentable ex presidente Martín Vizcarra, quien el 28 de julio de 2019 en su mensaje a la nación por fiestas patrias, presentó este proyecto de reforma constitucional al Congreso. Los parlamentarios no le aceptaron la jugada presidencial, y dos meses después fueron víctimas de un abusivo golpe constitucional disolviendo dicho poder del estado.

Lo que vino después ya es historia conocida. Martín Vizcarra fue con toda justicia vacado por el nuevo Congreso el 9 de noviembre de 2020, por incapacidad moral permanente (una serie de colaboradores eficaces contaron a la justicia las coimas que había recibido por las obras que autorizó cuando fue gobernador regional de Moquegua y que siguió recibiendo cuando ostentaba el cargo de vicepresidente de la República) luego cuando explotó el escándalo del “vacunagate” donde se vacunó a escondidas junto con su familia y sus principales ministros (mientras decenas de miles de peruanos morían por la Covid 19) fue inhabilitado a diez años para ejercer la función pública.

Todas estas maldades y al mismo tiempo torpezas de su antecesor, parece no importarle a Castillo. NO aprendió la lección. Suelto de huesos, seguramente para tratar de bajar la efervescencia vacadora del Congreso, se presentó al Hemiciclo, para dar una larga y aburrida exposición de cifras, que ni él mismo entendía, pues parecía, y no nos equivocamos, desconocer, ya que se iba enterando del contenido del documento mientras leía las hojas que le habían elaborado sus propios asesores. Parecía un mensaje a la nación de fiestas patrias. El gobierno va de tumbo en tumbo. El presidente no da la talla de estadista, el premier es polémico, cantinflesco y confrontacional, y los ministros, salvo honrosas excepciones, parecen haber salido de escuelas del delito. Es tan necio el jefe de Estado, que se niega a ver la realidad. Se niega a recomponer sus gabinetes. Dice luchar contra la corrupción, y él es el primero en estar inmerso como cabecilla de mafias. La exposición fue una fanfarria de cifras falsas, un calco de lo expuesto por el premier Aníbal Torres la semana pasada en el Congreso, cuando se debatía el voto de confianza del gabinete. Nada nuevo en este gobierno. Solo sombras.

(*) Ex vicepresidente del Perú y ex Congresista de la República.

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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