Opinión

Radiografía del crimen (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Lo que decíamos ayer lo confirmó el premier Alberto Otárola durante su exposición en el Congreso, donde sustentó el pedido de facultades legislativas. No es pertinente copiar al pie de la letra el llamado “plan Bukele” en la lucha contra la delincuencia en el Perú, sino aplicar una estrategia propia que responda a nuestra propia realidad, pero aprovechando las experiencias exitosas de otros países. A riesgo de darles combustible a los detractores del Gobierno para atizar sus críticas si la cosa no funciona, el primer ministro etiquetó la propuesta del Ejecutivo como “plan Boluarte”.

Según el premier, el “plan Boluarte” tiene tres componentes esenciales: prevención, lucha frontal contra el crimen organizado y el narcotráfico, y el fortalecimiento de la Policía Nacional como institución que “dirige” la política de seguridad.

El asunto no es tan simple, la delincuencia en el Perú es un fenómeno muy complejo, incluso más complicado que en El Salvador. El país gobernado por Nayib Bukele tiene una población que apenas pasa de los 6 millones de habitantes, mientras que el Perú cuenta con más de 33.7 millones, a los que, si sumamos los migrantes venezolanos, estaríamos bordeando los 35 millones. Además, El Salvador tiene una superficie de 21,041 kilómetros cuadrados, mientras que Perú abarca 1.285 millones de kilómetros cuadrados. Ello no significa que, como lo afirmó el propio Otárola, tengamos que desdeñar algunas medidas aplicadas por Bukele.

El premier dice que, por ejemplo, “Bukele ha puesto policías en los buses a proteger a la ciudadanía” y que el Gobierno peruano va a “implementar esta y otras medidas”. En este asunto hay un aspecto importante a tomar en cuenta, que es la densidad demográfica, pues el Perú tiene 27.7 millones más de habitantes que El Salvador, país que —además— es más pequeño incluso que Lima y no es ni la décima parte de Loreto.

En cuando a la delincuencia, uno de los principales problemas del Perú es el de la extorsión y el sicariato. Acaban de asesinar de 14 balazos al dueño de un restaurante de caldo de gallina por no pagar los cupos que le exigía una de estas bandas. Extorsionan a dueños de bodeguitas, a mototaxistas, a ambulantes, a gente humilde, emprendedores que luchan por progresar en medio de la adversidad.

Pero hay otros temas que también deben ser considerados en una estrategia contra la delincuencia: la corrupción en la Policía, el Poder Judicial y el sistema penitenciario. Se trata, entonces, de una telaraña con muchos elementos a tener en cuenta. Porque lo que digo y escribó siempre lo firmo.

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