La presentación del gabinete Bellido confirma lo peor que le puede ocurrir al Perú, el avance del comunismo.
Las formas relajadas del premier han buscado dar solo la apariencia de moderación y de una inexistente apertura al diálogo con el Parlamento y la oposición.
No se han utilizado las mismas palabras contenidas en el ideario y los documentos presentados ante el JNE; sin embargo los conceptos son reiterativos.
Bellido ha postulado, por ejemplo, un crecimiento sustancial del Estado a través de empresas públicas como Petro Perú y el Banco de la Nación, además ha esbozado medidas populistas y asistencialistas que costarán miles de millones de soles, sin embargo no ha indicado cómo se financiará lo ofrecido. Por contraste han estado ausentes las garantías de estabilidad jurídica para los inversionistas sobre todo de la minería que sostiene el presupuesto de la república; y en lo que toca a la “segunda reforma agraria” no se ha precisado que una nueva afectación implicaría dañar a la agroindustria costeña que tantas divisas y empleos genera.
Bellido tampoco ha aclarado la posición en cuanto a política exterior, señalando únicamente que se pondrá énfasis en el ámbito latinoamericano; pero no se ha atrevido a descalificar barbaridades como asociar al Perú con el ALBA y los proyectos bolivarianos.
La seguridad interna se ha limitado apenas a un párrafo sobre adquisición equipos y se ha callado el proyecto de modificar las estrategias en el VRAEM. Por tanto es legítimo sospechar que se seguirá dañando la institucionalidad de la PNP, se perforará la integridad de la Dircote y se abrirán las puertas al narcotráfico asociado con el terrorismo.
Y este es, precisamente, uno de los puntos clave de todo. Bellido ha creído que iba a la plaza pública a hablar de generalidades, pero ha callado en todos los idiomas -el quechua incluido- el deslinde real tanto con SL cuanto con el MRTA; y es que no basta con la carta que le contestó a Renovación Popular al respecto, sino que resultaba fundamental cambiar a los ministros vinculados con los subversivos genocidas que atentaron contra nuestra patria.
En esa línea de indefiniciones se ha parapetado además quien funge de primer ministro, para atacar a mansalva a los colectivos que participan en la protesta democrática. Así Bellido lanzó -apenas horas antes de concurrir al hemiciclo- un tuit en el que amenazó matonescamente al grupo Arica No Se Rinde (ANSR) pese a estar compuesto por ex comandos del Ejército que nos dieron la victoria, entre otras operaciones, en el caso Chavín de Huántar.
Sí, el gobierno de Castillo es comunista, que no quepa ninguna duda. Las aparentes marchas y contra marchas (como el rumor sobre cambios ministeriales) son operaciones psicosociales lanzadas por los especialistas del G2 cubano. Es decir por aquellas organizaciones que realmente han tomado el poder en el Perú desde las sombras.
Pero la lucha continúa y aquello que no se pueda avanzar en el Parlamento tendrá que lograrse con las masas movilizadas para impedir la instauración final del totalitarismo.
(*) Analista político
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