Los políticos de izquierda en nuestro dolido Perú, dicen ser representantes de las demandas de una mayor distribución e inclusión en el Perú. Pero muchos países vecinos y limítrofes, con gobiernos marcados por la izquierda aprovecharon el descontento con las políticas neoliberales para hacerse de un botín tan suculento como es el poder de gobernar. Estas fuerzas extremistas contaron con políticas llamadas “de redistribución de la riqueza” que les ayudó a ampliar su base electoral. Pero el problema es que no hacen lo que prometen.
Desde un desastre de gobierno como el Chavismo en Venezuela hasta la corrupción y escándalos de Evo Morales en Bolivia, referentes de los extremistas, es muy extraño pensar que la izquierda muestre signos de ser una fuerza electoral alternativa y viable en esos países. Y la izquierda en el Perú no se escapa de esto.
Siendo la inversión minera una actividad que viene ayudando a nuestro país a sobrevivir muchas crisis, con el dinero transferido a los gobiernos locales por Canon de los recursos naturales lo que ayuda a mover su propia economía, bien llevada o no por algunos gobernadores, pero algo hacen. Desde el 2010, los conflictos ligados a la explotación de recursos minerales alcanzaron uno de sus picos con aproximadamente 130 conflictos en todo el territorio nacional. Quien se ocupó de organizarlos, de azuzarlos, de envenenar las mentes de las comunidades, ya sabemos, personajes muy ligados a la extrema izquierda, con la excusa de una legalidad y causa justa, que no parece existir, logran desestabilizar todo lo bien que se trabajó para poder traer inversión al país.
Es posible con estas razones que alguna fuerza de izquierda haya logrado establecerse como una alternativa electoralmente viable en el Perú en estas próximas elecciones del 11 de abril.
Cualquier idea de izquierda, de redistribución, derechos sociales o un mayor rol del Estado no parece ser viable por sus maneras de actuar y desenvolverse en la coyuntura, y se ha visto que para ganar más simpatizantes ha tenido que hacer concesiones hacia la centro-derecha.
La izquierda peruana, enfrenta la necesidad siempre de un giro a la derecha, esto hace que constantemente altere su discurso generando que sus bases de apoyo tengan incertidumbre sobre la posición final de la organización, desconfianza de las promesas y conflictos y rupturas con los grupos más radicales que no se ven representados ante estos cambios. La izquierda no parece tener muchas opciones de articular una alternativa de gobierno efectiva para representar demandas de redistribución e equidad en el Perú. El esfuerzo requiere aprender e inventar una forma de moverse en una línea muy delgada entre la necesidad de las grandes reformas y la persistencia del conservadurismo.
(*) Comunicador
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