El presidente de la república, Pedro Castillo Terrones, ha tomado la decisión de huir de la realidad e intenta enervar los brazos de la justicia. Para ese cometido ha solicitado “auxilio” (así, escrito entre comillas) a la Organización de Estados Americanos (OEA), institución que con candidez diplomática o, en todo caso, en convivencia política con el secretario general, ha determinado acceder a enviar una comisión que estará ‘in situ’ a efectos de verificar un inexistente golpe de Estado en nuestro país.
Lo que realmente existe en el Perú es un gobierno sin brújula y, además, sin escrúpulos; lo que en verdad existe en el Perú es una ciudadanía desencantada y decepcionada, pero a la vez totalmente inerte frente a la realidad insólita en la que vivimos.
Por otro lado, el Parlamento de la República se encuentra dividido en dos facciones: un bloque democrático que a veces comete errores por falta de experiencia, y un bloque oficialista que con sus hechos está asegurando su sepultura política en los próximos comicios. Pero lo que es peor aún, existe un tercer bloque en el actual Legislativo que está cumpliendo sus tareas con incentivos de parte del Poder Ejecutivo. En otras palabras, este grupo de parlamentarios ha decidido alquilar la curul que hoy ocupan al mejor postor.
Frente a este oscuro panorama no queda más que decir que venga la OEA y descubra la realidad. Que el presidente Pedro Castillo quede desnudado frente a la comunidad latinoamericana en el sentido de que se ha traicionado el voto popular y se ha pateado el Código Penal.
(*) Expresidente del Tribunal Constitucional
(*) Exministro de Justicia
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