Opinión

Los indicadores económicos

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Los pronósticos cataclísmicos sobre el gobierno del presidente Pedro Castillo se fueron al agua. Keiko Fujimori dijo que el pan subiría a 60 céntimos de sol y el pollo a 24 soles, “como mínimo”. La excandidata fujimorista también afirmó que “Castillo te va a expropiar tu bodega”. Nada de eso está pasando y más bien la economía se está recuperando luego de unos meses turbulentos y llenos de incertidumbre. Sin embargo, no es que todo marche sobre ruedas y que las cosas estén como las propias rosas.

El dólar está bajando y se aleja cada día de los S/4, el pollo ya no pasa de los S/10 y en algunos sitios se consigue a S/7.5. Hasta Castillo, movido por el entusiasmo que despierta la baja cotización del dólar, se animó a mandar un mensaje por Twitter: “La fuerte recuperación del valor de nuestra moneda y de los demás activos de nuestra economía, reflejan la mayor confianza de nuestros empresarios en la correcta conducción que venimos gestionando desde el Gobierno del Pueblo”.

Según la proyección del Banco Mundial, la economía peruana crecerá 3.2% este año, mientras que la estimación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) para nuestro país llega a 4,4%. Ambos organismos pronostican que el Perú será uno de los países de mayor crecimiento en la región.

A inicios del 2022, el Banco Mundial estimaba que en Perú se espera que el deterioro de la confianza empresarial en el contexto de una gran incertidumbre política, junto con el reciente restablecimiento de la regla fiscal, propicie una desaceleración del crecimiento. Ese es el problema, la incertidumbre política, la falta de seguridad que hace que los agentes económicos, entre ellos la empresa privada, se retraigan y no echen a andar la maquinaria de la producción, que genera trabajo, satisfacción de necesidades y tranquilidad no solo económica, sino también social.

Son múltiples y notorios los errores del gobierno, especialmente los que conciernen a la designación de los ministros y funcionarios públicos, especialmente de puestos claves. Hace unos días, irónicamente, un congresista oficialista decía que el problema del gobierno es que es demasiado transparente. Se trata de una percepción equivocada, pues una de las cosas de las que más adolece el actual régimen es precisamente de transparencia. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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