Opinión

Polarización y políticos tóxicos

Por: Martín Valdivia Rodríguez

En los últimos años ha crecido un fenómeno mundial que obstaculiza los sistemas democráticos: la polarización política. En Estados Unidos, por ejemplo, se da entre los demócratas y los republicanos. En Europa, los desacuerdos se presentan en torno a temas fundamentales como la inmigración o la integración europea. En el Perú, entre la izquierda y la derecha con sus respectivos aliados y satélites.

Se da polarización también al interior de los organismos, incluidos los partidos políticos, ya sea entre los seguidores de una corriente tradicional y los innovadores, o quienes apoyan a un líder y los adeptos de otro. Sin embargo, los mecanismos democráticos ayudan a que la posición mayoritaria se imponga y la fiesta se lleve en paz.

El Gobierno del presidente Pedro Castillo tiene una especie de proclividad hacia la polarización. La bancada de Perú Libre aparentaba una férrea solidez, pero en el camino mostró fisuras que se fueron agrandando. Se dice que una facción oficialista es la de los maestros cercanos a Castillo y la otra los de la línea dura del partido encabezada por su líder, Vladimir Cerrón, pese a que no es congresista. El día que el expremier Guido Bellido le pidió la renuncia a Iber Maraví y este no aceptó, porque quien lo había nombrado era el presidente, quedó demostrado que al interior del Gabinete también se habían formado dos grupos.

Ahora, tras la juramentación del recompuesto Gabinete ministerial, la bancada de Perú Libre en el Congreso expresa su rechazo y llega al extremo de tomar algunos nombramientos como una “traición”. Quien llevó la voz de esta posición fue Waldemar Cerrón, hermano de Vladimir, por lo que podemos presumir cuál es la facción que cuestiona las últimas decisiones del mandatario.

En el Gobierno de Castillo también se advierte la presencia de políticos tóxicos, que son aquellos que, en la creencia de que tienen patente de corso para perder la compostura, se muestran beligerantes hasta cuando las aguas están calmadas. La convocatoria, con tufillo a conminación o amenaza, del expremier al consorcio que explota el gas de Camisea para la renegociación, fue una muestra de este nocivo estilo de hacer política.

No son pocos los elementos tóxicos que rodean al presidente. El propio Castillo reconoció los “exabruptos” de Bellido y prometió corregirlos. Esperamos que siga detectando qué personajes pondrán piedras en el camino en vez de ayudar a empujar el coche. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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