Opinión

Nos vemos en el cielo

Por: Francisco Diez-Canseco Távara

“Quiero recordar tu rostro para que cuando te encuentre en el cielo pueda reconocerte y agradecerte una vez más”.

Esta maravillosa frase, que llega al fondo del corazón, fue pronunciada por un niño agradecido luego de recibir, conjuntamente con sus compañeros, una donación de 200 sillas de ruedas de un importante empresario nigeriano.

En el Perú, de acuerdo a cifras oficiales, tenemos alrededor de 9.7 millones de niños y adolescentes, casi un tercio de la población, de los cuales 6.5 millones, dos tercios, sí, dos tercios, viven bajo la línea de pobreza con no menos de 80,000, cifra obviamente subestimada, en estado de orfandad.

Con la fría elocuencia de las cifras, la estadística antedicha divide a la niñez y adolescencia peruana en tres tercios casi simétricos: un tercio, niños de 0 a 5 años; un tercio, niños de 6 a 11 años y un tercio, niños y jóvenes de 12 a 17 años. Solo existen 157 albergues registrados, muchos de los cuales no cuentan ni con la infraestructura ni los recursos ni el personal adecuado para atender a nuestra población infantil.

Se estima en un 43 % el porcentaje de pequeños, de 12 a 36 meses, que padece de anemia en el Perú. Esta cifra permanece estable y creciente por la desidia y ausencia de sensibilidad de sucesivos Gobiernos centrales y regionales que ni siquiera ejecutan o han ejecutado los presupuestos asignados para un tema de tan terrible envergadura.

De acuerdo a una reciente denuncia, un millón de niños pobres dejó de recibir los desayunos de Qali Warma por graves problemas administrativos que se suman a los persistentes cargos de corrupción formulados respecto de ese programa en el curso de muchos años.

No es un problema de carencia de recursos: el promedio anual de robo por los corruptos de los fondos del Estado es de 25,000 millones de soles; de pérdida de recursos por mala ejecución de proyectos de 16,000 millones de soles y de inejecución del presupuesto de inversión pública, del orden de 18,000 millones de soles.

Esta es la flagrante contradicción entre la cruda e indignante realidad de la niñez y la acción del Estado sobre la materia en nuestra Patria que refleja, una vez más, que la subclase política que gobierna al Perú hace muchos años sabe robar, pero no sabe gestionar, amén de un interés puramente verbal por resolver los graves problemas sociales que nos aquejan ya que su objetivo central ha sido y es usar al Estado como un botín. Frente a ello, planteamos medidas drásticas y eficientes en el plan de Gobierno Mano de Hierro de Perú Acción de lo cual informaremos en una nueva entrega. Queremos que nuestros niños nos reconozcan en nuestra tierra sagrada, el Perú.

(*) Presidente de Perú Acción.

Presidente del Consejo por la Paz.

*La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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