Opinión

Meritocracia vs “mediocrecracia”

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Los intereses subalternos de la política peruana, al parecer con los auspicios del Gobierno, han creado lo que se podría llamar “mediocrecracia”, que vendría a ser el gobierno de la mediocridad. Mediocre, según el diccionario de la Real Academia, significa “de poco mérito, tirando a malo”. El antónimo de mediocrecracia vendría a ser meritocracia, que es un sistema basado en los méritos, es decir, en la capacidad y el merecimiento. Todo indica que, en el sector educación, el Ejecutivo ha optado por la mediocrecracia en detrimento de la meritocracia.

La exministra de Educación, Magnet Márquez, es una pujante defensora de la meritocracia, se opone a los títulos falsos, a los nombramientos sin título, a las tesis plagiadas, a la obstinación de ciertos profesores por promover leyes para que los profesores no tengan que rendir exámenes para lograr el ascenso —o ser promovidos pese a haber desaprobado las pruebas—, en suma, es una acérrima enemiga de la mediocrecracia en su sector. Por eso, los adeptos a la mediocridad han confabulado para lograr su salida del Ministerio de Educación.

El bastión de la mediocrecracia magisterial está en el Congreso de la República y, paradójicamente, lo integran principalmente docentes que, por esas cosas de la política, postularon al Parlamento y fueron elegidos por voto popular. Precisamente, el detonante de la caída de la ministra Madnet Márquez fue su rechazo a la aprobación de una ley que repone a 14.000 docentes interinos (nombrados sin título pedagógico) que fueron cesados en el 2014 por no haber aprobado la evaluación.

¿Por qué tanto empeño en aprobar esta ley? Según un informe de Punto Final, de los 17 profesores de la bancada inicial de Perú Libre, cuatro no dieron sus exámenes y el resto lo desaprobaron. Un caso de Ripley es el de la congresista Katy Ugarte —renunció a Perú Libre, se pasó al Bloque Magisterial y ahora está en Unidad y Diálogo—, quien rindió siete evaluaciones y en ninguna superó la prueba; es decir, jaló los siete exámenes.

Pero resulta que la ley de marras es apoyada no sólo por los docentes que llegaron al Congreso de la mano del partido por el que postuló el expresidente Pedro Castillo, quien a la postre también es profesor, sino también por legisladores de otras bancadas que se sumaron a la defensa de la mediocrecracia, vale decir, el predominio de la incompetencia, de la insuficiencia profesional. En total son 101 congresistas los que votaron a favor de la denominada “ley de los profesores jalados”. ¿Por qué el Gobierno relevó del cargo a Magnet Márquez?. Bueno, son 101 razones. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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