Opinión

Los malos de la película (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Es triste, lamentable y peligroso que la Fiscalía de la Nación, una institución fundamental del Estado en el proceso destinado a impartir justicia y cuya función, por lo tanto, debe ser estrictamente neutral y técnica, haya caído en el lodazal de la pugna por el poder, donde antes solo veíamos embarrados a políticos, lobistas, periodistas y funcionarios de organismos claves. Este comentario podría ser tildado de exagerado y temerario, pero resulta que los contrincantes de la pelea son fiscales que se atacan los unos a los otros y, por lo consiguiente, si uno tiene la razón, el otro es culpable o viceversa. Es decir, de todas maneras, habrá un malo de la película. Y no sería raro que los dos bandos, o tres o los que hubiere, tengan responsabilidad, unos en mayor medida que otros, tal vez, pero culpables al fin.

En su portal adscrito a la Plataforma Única del Estado Peruano, el Ministerio Público dice trabajar “por una justicia transparente, moderna y efectiva para alcanzar una sociedad pacífica con inclusión social e igualdad de oportunidades”. Agrega que entre sus principales principios y valores están la humanidad, justicia, igualdad, no arbitrariedad, probidad, honestidad, veracidad, objetividad, independencia e imparcialidad. Verdaderamente da risa leer que los representantes de la Fiscalía de la Nación —debe haber excepciones y las aplaudimos— cumplen con regirse por estos criterios, pues a cada rato vemos injusticia, deshonor, inequidad, favoritismo y otras tropelías evidenciadas en decisiones vergonzosas, como liberaciones de violadores y narcos, o arreglos para favorecer a corruptos y otros saltimbanquis. Hay varios fiscales y sus secretarios presos por estos y otros delitos, por si acaso, no estamos exagerando ni inventando.

Y ahora, por boca de un tal Jaime Villanueva, exasesor de una fiscal de la Nación, nos enteramos cómo es la pugna por el poder al interior del Ministerio Público. Alguito de verdad deben tener las palabras de Villanueva, pues menciona a personas, lugares y fechas con una descripción coherente y que demuestra que tiene conocimiento de causa.

Por lo visto, al menos una parte de lo que dice no son hechos salidos de la ficción, de la fantasía o del delirio de un sujeto que se ha acogido a la colaboración eficaz, una figura que, si se le pesca una mentira, lo podría a llevar a aumentar los años de cárcel que le esperarían.

Este fenómeno de la guerra de mafias al interior del Ministerio Público no es exclusivo de Perú, pues lo vemos también en Ecuador y otros países de Latinoamérica, realidades que vale la pena analizar. Mañana continuamos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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