Opinión

La tercera “Toma de Lima”

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Se podría decir que la marcha del último sábado, organizada por colectivos civiles y apoyada por algunos políticos, ¿es una antesala de la tercera “Toma de Lima” anunciada para el 19 de julio? Definitivamente, no. Aun cuando en las dos se esgrimen casi las mismas demandas, resumidas en la frase “que se vayan todos”, las características de estas manifestaciones son muy distintas, principalmente por los participantes.

La protesta del último fin de semana fue convocada por colectivos ciudadanos de izquierda afines al sector caviar, tal es así que fue apoyada por congresistas y excongresistas de esa línea política y conducta moral; es decir, políticos comodines y congresistas nómades, camaleónicos y proclives a acomodarse en cualquier bancada, quienes se apuntaron en la movilización con la finalidad de arriar un poquito de agua para sus molinos. Es por esa razón, quizá, que la marcha fue rala y estuvo lejos de ser multitudinaria.

La marcha del 19 de julio, llamada “Toma de Lima”, en cambio, es organizada, simultáneamente, por dos organizaciones que están en disputa y han mostrado más de una discrepancia. Por un lado, está el Comité Nacional Unificado de Lucha del Perú (Conulp), cuya principal área de influencia es Puno y está integrado por el Frente Nacional de Trabajadores de la Educación Peruana (Fenatep), el cual fue creado por el expresidente Pedro Castillo —según diversas investigaciones periodísticas, para restarle protagonismo al Sutep, intentar capturar el Ministerio de Educación y tomar la Derrama Magisterial— y que está vinculado con el Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), sindicado como brazo político de Sendero Luminoso. Por otro lado, está el Comité Nacional de Lucha de las Regiones del Perú (CNLRP), que tiene mayor injerencia en Ayacucho.

A ello se debería que no todos los dirigentes de la CGTP y del Sutep respaldan la tercera “Toma de Lima” y algunos ponen reparos a la participación de los miembros de estos gremios en la protesta, que en su primera versión dejó 2 millones de soles en daños y un edificio quemado en el Centro Histórico, pero no logró ninguno de los objetivos considerados en su plataforma de lucha. Mientras que la segunda marcha no tuvo otra repercusión que la congestión del tráfico vehicular y algunos conatos de bronca conjurados por la Policía.

Vamos a ver qué pasa de aquí al 19 de julio. Hay que recordar que el Centro Histórico de Lima ha sido declarado zona intangible para el desarrollo de marchas, manifestaciones y concentraciones públicas y políticas que pongan en riesgo la seguridad y/o salud pública. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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