Opinión

La renovada vigencia de la guerra

Por: Juan Carlos Liendo O’Connor

Absortos y hastiados por la doméstica política farandulera que se nos muestra a diario, pocos son los peruanos que reciben una información suficientemente razonable para comprender la trágica realidad internacional de un mundo que cambia a partir de la renovada vigencia de la guerra en cuanto fenómeno humano.

La guerra aparece cuando los clanes del paleolítico se unen en tribus sobre la base de la especialziación del trabajo, la acumulación de excedentes y la propiedad privada, donde la destrucción del enemigo y/o su sometimiento al vencedor se decidía en un campo de batalla en la que se enfrentaban hombres armados. Esta dimensión de la guerra se mantuvo por siglos y carcaterizó a la llamada sociedad agrícola desde la antiguedad hasta las guerras napoleónicas del siglo XIX.

Con Napoleón, la guerra alcanzó una nueva dimensión propia de la revolución industrial que condujo primero a la “nación en armas” (ejércitos nacionales permanentes) donde a través de una serie de batallas coordinadas entre si (operaciones militares) en un espacio geográfico continental buscaban la batalla decisiva que permita ganar la guerra quebrando la voluntad de lucha del enemigo. Algunos años más tarde en la Guerra Civil de los EE.UU. (1861-1865) esta dimensión evoluciona al concepto de “guerra total” que buscaba destruir todas las capacidades de soporte de vida de la población civil del enemigo para ganar la guerra; su máxima expresión fue luego en la Segunda Guerra Mundial con la casi destrucción completa de un continente (Europa) y con las bombas atómicas lanzadas sobre Japón.

El fenómeno humano de la guerra trató ingenuamente de ser proscrito por intermedio de las Naciones Unidas desde su fundación en 1945. Sin embargo, muy rápido encontró su cauce natural en las dinámicas de la guerra no convencional, guerra de guerrillas, o del terrorismo, que a fin de cuentas fue la forma como las potencias enfrentaban los desafíos a sus intereses vitales utilizando como campo de batalla a los países de la periferia del sistema (guerras proxy e híbridas), que ante su agotamiento configuran hoy una nueva dimensión de la guerra.

Quizá la circunstancia social más trágica de la humanidad se vea reflejada en la destrucción y sufrimiento por generaciones que genera una guerra; hoy estamos siendo protagonistas de un nuevo proceso de evolución de la guerra que se viene forjando en los campos de batalla de Ucrania, de Israel y en el Medio Oriente con un alto riesgo de escalada y expansión. Lo que sí queda claro que su dimensión global generará también una tragedia y sufrimiento de alcance global como un inevitable efecto de la renovada vigencia de la guerra.

(*) Exdirector Nacional de Inteligencia de la DINI

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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