
Mientras el conflicto ucraniano ingresa a una fase de negociaciones, aunque sin lograr el alto al fuego, cabe reflexionar acerca de su índole para tener plena comprensión de su origen, dimensión y alcance. Es la guerra más importante del planeta, donde algún desliz podría provocar una catástrofe mundial. Por eso, ajeno a toda partidización atizada por los sesgos noticiosos, fijaré algunas pautas que ofrezcan un piso sólido capaz de revelar el incógnito entramado y comprender la realidad.
Primera.- Solo a partir de 1991 Ucrania fue un estado independiente, fruto de la descomposición de la Unión Soviética, a la que pertenecía como república asociada. En el siglo IX esta vasta geografía fue el centro del Rus de Kiev, que fue arrasado por los mongoles en el siglo XII. Posteriormente, estuvo bajo el dominio del Reino de Polonia, el Ducado de Lituania, el Imperio Austrohúngaro, los Otomanos y, desde el siglo XVIII, del Imperio Zarista. Jamás gozó de soberanía.
Segunda.- Las historias rusas y ucranianas se entremezclan. Moscú se reconoce en el Rus de Kiev, en su cultura, en la adopción del cristianismo ortodoxo –tras la conversión de Vladimiro I, el año 988– e incluso en el nombre de su territorio. Una misma tradición histórica envuelve a ambos países.
Tercera.- Ucrania fue siempre un espacio convergente de las culturas más disímiles. Un hervidero de etnias y nacionalidades provenientes no solo del mundo ruso, sino también de la Europa eslava (Polonia, Lituania) y germana (Austria, Alemania). Las inevitables tensiones fueron controladas históricamente por un poder omnímodo. Sin embargo, al independizarse, estas tensiones estallaron inexorablemente.
Cuarta.- La conflictividad ucraniana sigue el patrón de las guerras balcánicas. Cuando Yugoslavia se desintegró tras la muerte de Tito, pueblos, vecinos y amigos que habían convivido por décadas se enfrentaron con una ferocidad inusitada, por causas étnico-nacionales (en su mayoría imaginadas por caudillos regionales). Entonces, las potencias occidentales favorecieron la ruptura estatal, apoyando a las fuerzas centrífugas. Kosovo fue el caso más desvergonzado.
Quinta.- La Constitución de Ucrania de 1996 estableció un estado unitario en lugar de uno federal, pese a su diversidad étnica y territorial. Esto fue fuente de discordia entre un occidente proeuropeo y un sudeste rusófono. En 2010 fue elegido presidente Víktor Yanukóvich, del Partido de las Regiones, asentado en la zona oriental. En 2014, el Euromaidán, un golpe prooccidental, lo derrocó. En respuesta, el oriente se rebeló. Comenzó así una guerra civil con represiones brutales contra la población rusófila. Putin la apoyó militarmente y, tras un referéndum, anexionó Crimea y fomentó las repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk.
Sexta.- El 24 de febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania ante el anuncio de Zelenski de ingresar a la OTAN, llevando la amenaza nuclear a la frontera rusa. Contra lo que se dijo, el objetivo jamás fue tomar Kiev, sino defender los óblast prorrusos con la perspectiva de su incorporación a Rusia como resultado de su victoria, algo que Donald Trump no ha vacilado en admitir.
(*) Abogado constitucionalista.
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