Opinión

No es héroe, es villano

Por: Antero Flores-Araoz

Después de 29 años en prisión, falleció Abimael Guzmán Reynoso, en un centro de reclusión especial dentro de la Base Naval del Callao y con estrictas medidas de seguridad, quien había sido condenado a cadena perpetua por haber perpetrado delitos de lesa humanidad.

Bajo responsabilidad de Abimael Guzmán fueron asesinadas miles de personas en la forma más vil y cruel que se puedan imaginar. Poblaciones enteras de nuestra serranía fueron sometidas a torturas y suplicios, incluso bajo la mirada de sus pequeños hijos, quienes luego quedaron huérfanos, soportando inimaginables daños sicológicos.

Todo lo que se pueda decir de su conducta criminal y perversa es poco frente a la tristísima realidad y, encima de todo, nunca demostró el más mínimo remordimiento ni tampoco propósito de enmienda.  Fue todo lo contrario pues se vanagloriaba diciendo que había sido capturado, condenado y encarcelado, pero que sus ideas seguían libres y que contra ellas nada se podía hacer.

Fue muchísimo más allá, al decir que a él le podría pasar cualquier cosa pero que sus postulados perdurarían. Ante lo acontecido se alzan voces disímiles con las más variadas expresiones, algunas de las cuales francamente son insanas, como las que pasamos a analizar.

La primera de ellas es que lo han liberado y embarcado rumbo a Bolivia, donde será alojado por los amigos de Evo Morales y que desde allí volverá a conducir la “guerra popular” que no es otra cosa que el terrorismo homicida, criminal y destructor.  Esto no tiene sentido ni en las cabezas más afiebradas, pues se trata de una persona de 86 años con un cuadro de enfermedades múltiples y graves, que ni siquiera le hubiera permitido viajar.

Además, es un insulto a nuestra Marina de Guerra, pues el solo pensarlo significa que ella se prestaría a la infamia de dejarlo libre, lo que sería gran deshonor, imposible de los herederos de nuestro gran almirante Miguel Grau Seminario.

La segunda es que, reconociendo su deceso, deberá ser enterrado, previas honras fúnebres, en un lugar en que la población le rinda culto y pueda rememorar su pensamiento de “vanguardia”, sus ideas y reivindicaciones sociales, a fin de que la posta que deja pueda ser tomada por sus seguidores.

Pese a que esta segunda insania no merece el más mínimo comentario por lo absurda que es, solo nos limitaremos a decir que es una grave falta de respeto a la memoria de las víctimas del terrorismo homicida, de nuestros soldados de las tres instituciones castrenses y de la Policía Nacional que murieron defendiendo del terror a nuestra patria, de los niños que quedaron huérfanos y de las viudas que llegaron a esa situación por el asesinato de sus compañeros de vida.

Permitir que los restos del sátrapa sean enterrados, podría generar que los incautos por un lado y los que quieren seguir las huellas de ese criminal, no solo le rindan homenaje sino lo mitifiquen y lo conviertan en legendario, haciendo que su sepultura sea destino de romerías y otros homenajes, cuando solo merece el repudio generalizado. Sus restos deben ser cremados y desaparecidos. El interés nacional es superior a cualquier pretexto leguleyo y su transgresión imperdonable.

(*) Excongresista de la República

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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