Opinión

La guerra contra España I

Por: Víctor A. García Belaunde

El gobierno español de Isabel II decide enviar a Sudamérica una expedición científica que estuvo compuesta por Francisco Paz y Mimbiela, Fernando Amor y Mayor, Francisco de Paula Martínez, Marcos Jiménez de la Espada, Manuel Almagro y Vega, Juan Isern y Batlló, Bartolomé Puig y Gallup y Rafael Castro Ordoñez, esta expedición vino en las fragatas Triunfo, Resolución, Vencedora y Covadonga. Todo cambia cuando se produce el incidente de Talambo el 4 de agosto de 1863 donde muere un colono español; la expedición estaba en Panamá y regresan al Perú para conocer el estado de los españoles ante los abusos del hacendado Manuel Salcedo.

Ante esta situación, primaron los odios personales de Eusebio Salazar y Mazarredo presentándose ante el gobierno peruano como comisario real; nuestro canciller Ribeyro no comprendió que nuestro país al no tener relaciones diplomáticas con España y que tampoco se reconocía nuestra independencia, creyó que Salazar se presentó con el cargo equivocado o que lo hizo maliciosamente.

Las hostilidades se inician el 14 de abril de 1864 cuando España toma las Islas de Chincha iniciando lo que se conoce como la guerra Hispanoamericana; este agravamiento hizo que la corona española envíe las fragatas Numancia, Berenguela, Villa Madrid y Almanza para reforzar a las que estaban en nuestro continente.

La toma de las islas de Chincha constituye un acto hostil, acto que el gobierno español no autorizó y todo se debió al cambio malicioso de instrucciones de paz que Salazar y Mazarredo tenía, estas instrucciones se las entregó a Pinzón quien se vio forzado a intervenir.

La ocupación española de las islas Chincha dejó al gobierno peruano sin el guano, que en la época era el recurso más importante y constituía el grueso de los ingresos fiscales de la economía peruana. Se iniciaron las negociaciones y se firma el tratado Vivanco – Pareja (27/1/1865) que no gustó porque se indemnizaba a España; se incluyó este pago porque el Perú tenía pendiente la deuda establecida en la cláusula 8 de la Capitulación de Ayacucho.

Mientras se negociaba la paz para recuperar las guaneras, el presidente, general Juan Antonio Pezet envía una misión de marinos a Europa para la adquisición de modernas naves que nos permitan hacer frente a las exigencias españolas, primero se manda construir la Independencia (30/3/1864) luego el Huáscar (12/8/1864) y finalmente en noviembre de ese mismo año, se adquieren las corbetas América y Unión. Era la escuadra más poderosa de América del sur.

Después de dos meses de haber sido designado prefecto de Arequipa se levanta Mariano Ignacio Prado, traicionando a Pezet (26/2/1865), tomando como pretexto el tratado Vivanco – Pareja porque con ello se ultrajaba el honor nacional.

La revolución trajo como consecuencia emisiones de vales que sirvió al principal sedicioso amasar una fortuna, una revisión de los Anales de la Hacienda Pública nos muestra que Prado emitió S/. 1’400,173; Balta en el norte S/. 205,120; el Prefecto de la Libertad S/. 48,720 y el prefecto de Ancash S/. 38,720. La revolución regeneradora

del honor nacional sirvió para regenerar los bolsillos de un insurrecto.

Nos enseñaron después que esta guerra era porque España quería reconquistar sus colonias, y que se consolidó la independencia el 2 de mayo de 1866. Nada de eso es cierto, porque los españoles al tener planes de reconquista hubiesen empezado por Chile, bombardearon Valparaíso (31/3/1866) y en ese momento pudieron haber tomado el puerto, pero no lo hicieron. ¿Con la dotación de las naves españolas hubiesen podido reconquistar América? Con esa idea, ellos hubiesen pensado que nosotros estábamos en tiempos de Atahualpa.

(*) Excongresista

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