Opinión

La cabeza está podrida

Por: Omar Chehade Moya

A propósito de los escándalos de corrupción, mentiras, desaciertos e ineptitudes en palacio de Gobierno, o del jefe de Estado, Pedro Castillo, lo que en verdad sucede con la mayoría congresal es una falta de visión y madurez para afrontar integralmente un problema que por lo visto hasta ahora no tiene visos de solución. Y es que este tibio Parlamento considera que con solo interpelar o promover censuras a ministros del endeble gabinete resultaría suficiente. Eso es falso. Nuestro sistema político es de un modelo presidencialista (para muchos) y semi presidencialista o presidencialista atenuado (para otros). Sea uno u otro son modelos políticos en la que el protagonista es el presidente de la República, que es al mismo tiempo jefe de gobierno y jefe de Estado. Por tanto, el Congreso podrá, incluso, censurar a varios ministros, pero quien corta el jamón siempre será el presidente.

Según nuestra Constitución Artículo 10°, El presidente de la República es el jefe de Estado y personifica a la nación. Es el que cumple y hace cumplir las leyes, representa al Estado dentro y fuera del país, dirige la política general del gobierno, vela por el orden interno y la seguridad exterior de la República, dirige la política exterior y las relaciones internacionales, preside el sistema de defensa nacional, es el comandante en jefe de las fuerzas armadas y policiales, dirige la política económica del país, administra la hacienda pública, otorga indultos casi de manera monárquica, y como si fuera poco, no puede ser acusado en su gobierno casi por ningún delito cometido, con excepción el de traición a la patria, no convocar o impedir las elecciones generales, regionales o municipales o disolver inconstitucionalmente el Congreso. Y por si esto fuera poco, no es responsable político de las decisiones de sus ministros, a los que puede quitarle la confianza y destituirlos del cargo.

Por todos los tristes escándalos de corrupción y nefasto manejo político del país, está bastante claro que el profesor Pedro Castillo está incapacitado para dirigir el Perú y permanecer en el cargo. En cualquier otro país civilizado un presidente con esas características ya hubiera renunciado o vacado por parte del Congreso. Sin embargo, en el Parlamento la mayoría piensa que con simples interpelaciones o censuras a ministros es suficiente. Grave error, en un sistema presidencialista como el nuestro, el presidente hace y deshace casi monárquicamente a su antojo. Los ministros, e incluso el premier, serán fusibles, aves de paso.

El primer mandatario tal cual titiretero los dirigirá a su antojo, efectuando cualquier tropelía como sucede a menudo en este infausto gobierno, y cuando ya no le sirva, simplemente le retirará la confianza, y pondrá en su lugar a otro torpe o corrupto ministro como está aconteciendo. El Congreso no se da cuenta que nuestro sistema político no es parlamentarista, y por ello se conforma con mociones de censuras o interpelaciones ministeriales. Hoy en el Perú la cabeza está podrida, no hay sombrero gigante que lo pueda ocultar, y mientras que Castillo no se vaya a su casa vacado, el Perú va directamente al abismo, al despeñadero.

(*) Ex Vicepresidente y Congresista de la República

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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