Desde que se inició la campaña electoral del año pasado, el partido de gobierno en su ideario y su candidato presidencial proponían el ingreso libre a las universidades públicas. Una medida populista, sin sustento económico, que no considera la escasez de infraestructura educativa y tecnológica. Pero lo que hoy pretende el señor Castillo es llevar a cabo por otro medio la eliminación de la meritocracia a través del conocimiento y la aptitud académica, como ya lo intentó cuando era dirigente sindical y proponía como plataforma de lucha a que su gremio no sea evaluado con exámenes. Se trata de minar desde los centros superiores de estudio a la evaluación, y si está es eliminada, comenzará a desplomarse en todo el Estado el rendimiento de los trabajadores.
En el plan de gobierno de Perú Libre se dice “El ingreso libre a la universidad debe ser un derecho”, “el ingreso restringido es propio de países subdesarrollados quienes utilizan las profesiones como medio para el ascenso social y económico”, “el Estado neoliberal dio la libertad a los empresarios privados para crear universidades sin fines de lucro, cuando en realidad se convirtieron en universidades de lucro sin fin”.
Es libre el ingreso a la universidad, y se encuentra regulado por ley 30220 en sus artículos 97 y 98, y esta libertad se encuentra enmarcada de acuerdo a las capacidades académicas de quien pretende ingresar a un centro superior de estudios. El Perú es un país en vías de desarrollado y no obstante esta situación trata de ofrecer las mejores condiciones de acuerdo a sus capacidades a que sus ciudadanos tengan una formación idónea. Ahora bien, respecto a los empresarios que lucran con la educación, el señor Castillo debe saber algo de ello porque él “cursó” maestría en una universidad privada, cuyos resultados los aplica y saltan a la vista en su actuar como mandatario.
Todo esto me recuerda cuando en 1914 se trató de hacer reformas para el ingreso a la universidad y en la cámara de diputados hubo quienes defendían la solvencia académica como el profesor Luis Felipe Luna Tamayo diputado por Azángaro quien se enfrentó a los que defendían que el ingreso a la universidad debería ser libre, diciendo: “La reforma que vamos a dictar constituye una honra para juventud del país tributada a su capacidad y su intelecto… y que lo contrario es considerarla como un conjunto de idiotas e ignorantes, incapaces de rendir una prueba para intensificar su competencia”, se usa como argumento supremo que la juventud se enlistó para ir a la guerra contra Ecuador en 1910 perdonando el examen de ingreso “si esto es así yo invito a su señoría que suprima el estudio, que los gradúe hoy, que les cuelgue todos los títulos profesionales”.
Luna continúa: “he hablado con catedráticos de las facultades de letras y ciencias que me dicen, que van a la universidad alumnos sin preparación; que es imposible enseñar a alumnos que no saben historia del Perú… que interrogando alumnos contestaron con aplomo que Ingavi estaba cerca de Lima y que Gamarra murió en la guerra con Chile”.
Además de otras consideraciones que Luna Tamayo expuso, en su intervención publicada en la edición de la mañana del diario El Comercio del jueves 22 de octubre de 1914, se demuestra que ya tuvimos una experiencia nefasta y que fue corregida hace más de un siglo; y hoy con mayor población juvenil, con una educación sumamente pobre impartida en nuestras escuelas, se pretende revertir este método de ingreso libre a la universidad para que impere la mediocridad.
Con un ministro de educación que junto a su hija permitieron la filtración de los exámenes para el concurso a los maestros; con el titular de agricultura implicado en suplantar a postulantes en exámenes de admisión y a esto se suma el escándalo ocurrido en la Universidad de San Marcos al conocerse la masificación de su examen de ingreso, que nos demuestra una vez más la incapacidad en que está sumido el señor Castillo y lo que nos hace creer que es un gobierno.
(*) Excongresista de la República
(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.
