Opinión

Genocidio en pandemia

Por: Omar Chehade Moya

El Perú fue el país con más número de muertos por millón de habitantes como consecuencia de la pandemia de la Covid 19.

Fallecieron más de 230 mil compatriotas en menos de año y medio producto no solo del pésimo cerco epidemiológico del gobierno de Martín Vizcarra, sino de todo el latrocinio que se gestó desde esa cúpula gubernamental.

El día que el gobierno decretaba oficialmente el estado de emergencia nacional y cuarentena obligatoria en el Perú (16 de marzo de 2020) yo juraba por segunda vez como congresista de la República para completar el período 2016 – 2021, luego de la inconstitucional disolución del Parlamento efectuada perversamente por Vizcarra y su camarilla, el 30 de septiembre de 2019.

El “lagarto” que tenía aceitado a varios medios de comunicación (a través de la publicidad estatal, y luego con Reactiva) así como a algunos “periodistas”, quiso deshacerse de la clase política opositora con el cuento de la reforma política y una supuesta lucha contra la corrupción, para manejar el país a su antojo, y poder continuar con sus fechorías que habían comenzado cuando fue gobernador de Moquegua, luego cuando ejerció el cargo de ministro de Transportes y Comunicaciones, además de vicepresidente de la República. Traicionando a su mentor PPK, cuando éste último renunció a la presidencia antes que el ingenuo Congreso lo vaque, el “lagarto” urdió todo un plan maquiavélico no solo para apoderarse del país gobernando a sus anchas, sino fundamentalmente desfalcarlo.

En medio de toda esa gansteril gestión cae la brutal pandemia en el mundo, y Vizcarra sin ningún tipo de escrúpulos, “aprovechó” para desmantelar aún más el erario fiscal en agravio de toda la nación.

Lo más grave es que el robo se convirtió también en genocidio, porque a sabiendas que las pruebas rápidas fallaban y que ofrecían “falsos negativos” que ocasionaba la muerte de los contagiados, fomentó esos exámenes en perjuicio de las pruebas moleculares que tenían poca probabilidad de error.

Pero un ladrón serial como Vizcarra no se detuvo allí, hizo además negociado con la adquisición de pésimas mascarillas chinas que no protegían la vida de ningún peruano, y miles de compatriotas siguieron muriendo.

Por ello interpuse una acusación constitucional contra su ministro de salud, Víctor Zamora. Allí no acabó todo, prohibió la donación por parte de las compañías mineras de plantas de oxígeno para seguir negociando con los chinos. La estocada final vino cuando se negó a firmar el contrato con Pfizer para la compra de millones de vacunas en septiembre 2020, porque estaba también negociando con las corruptas empresas chinas, que además lo vacunaron a él, a sus ministros y a su familia en total secreto, mientras decenas de miles de peruanos morían desprotegidos como moscas.

El 9 de noviembre de 2020 con 104 votos en el Congreso vacamos al corrupto presidente Martín Vizcarra, y en abril de 2021 lo inhabilitamos a 10 años para ejercer la función pública. Sin embargo, falta lo principal: que este Congreso, la Fiscalía y el Poder Judicial lo denuncien y lo condenen respectivamente por el genocidio que perpetró en agravio de más de 230 mil familias peruanas.

(*) Ex vicepresidente del Perú

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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