El primer ministro Guido Bellido ha hecho todos los méritos para ser defenestrado de inmediato por el presidente Pedro Castillo. No hacerlo significaría una pérdida absoluta de autoridad y un debilitamiento de la figura presidencial, sin precedentes.
Bellido va sumando una serie de despropósitos que lo han ido descalificando progresivamente para el cargo. Ahora, el solo se ha colocado en una posición que virtualmente obliga al presidente a tomar, por fin, una decisión, licenciarlo como titular del Consejo de Ministros y formar un nuevo gabinete con gente competente y honesta.
El atrevimiento de desautorizar al canciller por el caso Venezuela, mostrando su chavismo a ultranza al decirle que tiene las puertas abiertas para irse, es desconocer la facultad constitucional del presidente de dirigir la política exterior.
Esta ojeriza también se expresó cuando Óscar Maúrtua criticó el proyecto de ley confiscatorio de los medios que utilizan el espacio radioeléctrico como concesión del Estado.
Todo esto a mayor abundamiento de una serie de barbaridades, cada una peor que la otra, como el agravio a las mujeres en la persona de la congresista Patricia Chirinos; o el proceso investigatorio por delito de apología del terrorismo.
El fanatismo chavista de Bellido lo ha llevado al extremo de sabotear la primera gira internacional de Pedro Castillo; justo en la víspera de la presentación en Naciones Unidas, fomentó un escándalo al cuestionar públicamente al canciller con un insolente twitter. La actitud de Bellido es antipatriota y no merece seguir un minuto más al frente de la PCM.
Así debe acabar la participación en el gobierno de un sujeto que en su vida no pasó de ser un eterno estudiante y agitador de calle, más conocido en el Cusco por ser partícipe en muchas manifestaciones violentas como el asalto al aeropuerto Velasco Astete. Últimamente se quiso ensañar con el APRA, a quien acusaba de todos sus males, pero no se lo permitimos y le devolvimos una protesta en la misma puerta de la PCM. ¡Fuera Bellido, sin pena ni gloria!
Por otro lado, el Proyecto de Ley 269 de la bancada de Perú Libre, aparte de ser un atentado a la libertad de información, opinión, expresión y difusión, constituye una amenaza abierta que viola la Constitución que prescribe en su artículo 2, inciso 4, que la libertad de expresión se ejerce “sin previa autorización ni censura ni impedimento algunos”.
Así como es imperativa la destitución de Bellido, en este caso Pedro Castillo tiene la obligación de pronunciarse deslindando con esta iniciativa de profundo carácter anti-democrático.
(*) Excongresista de la República
(*) Expresidente del Consejo de Ministros
(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.
