Opinión

Palabra de un expresidiario (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Zamir Villaverde tiene la gran oportunidad, no de comprobar — como dicen muchos periodistas y abogados por ahí— sino de demostrar que es verdad lo que está diciendo, principalmente, eso de que el presidente Pedro Castillo “es el cabecilla de una organización criminal”. Porque comprobar es cerciorarse, verificar o confirmar un hecho, mientras que demostrar es probar o patentizar. Y para demostrar hay que tener pruebas o evidencias.

Dada la gravedad de las acusaciones, las pruebas tienen que ser contundentes. Por ahora, Villaverde ha dicho muchas cosas, consideradas por algunos posiblemente ciertas, pero para otros son disparates, una especie de chivo expiatorio para ocultar verdades aún más graves en medio de esa especie de fuegos artificiales con humareda que rodea el ambiente cada vez que da una declaración ya sea a la Fiscalía o a los medios de comunicación.

Porque nada está claro, todo es un andamiaje que aún carece de bases sólidas que gira en torno a presunciones y conjeturas que van entretejiendo una endeble telaraña de hipótesis. Si Zamir Villaverde tiene las pruebas, debe presentarlas para que la Fiscalía y el Poder Judicial hagan lo que corresponde. Si no las tiene, echará a perder la posibilidad de tener los beneficios que le corresponden a un colaborador eficaz.

Porque en realidad el caso de presunta corrupción que es investigado por el Ministerio Público, en el que Villaverde está involucrado, es solo una raya más al tigre, aunque la más gruesa, en los antecedentes policiales y judiciales de Villaverde que empezaron en 1999 —tenía 22 años—, cuando fue expulsado de la FAP por integrar una banda delincuencial, según diversos informes periodísticos.

En el 2007 fue detenido y presentado por la Policía Nacional —consta en un video— como parte de una peligrosa banda de delincuentes que llevaba droga. En el 2009 fue sentenciado por el delito de robo agravado. Con todos estos antecedentes, para las elecciones del 2021 logró acercarse al entonces candidato Pedro Castillo y logró su confianza, a tal punto que, meses después, visitaba no solo Palacio de Gobierno, sino también la casa del pasaje Sarratea, lo que dice mucho de su cercanía con el poder de turno. Vamos a ver si Villaverde presenta las pruebas y se convierte en un colaborador eficaz propiamente dicho. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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