Opinión

Forajidos

Por: Antero Flores-Araoz

Muchas veces nos hemos referido a las protestas, que cuando hay motivaciones legítimas y se realizan en orden, paz y sin armas o violencia, tienen absoluta legitimidad, pero cuando se desbordan, atentan contra la integridad de otras personas, saquean y, destruyen bienes públicos y privados e incluso agreden a las fuerzas policiales, pierden toda legitimidad.

Se puede entender hasta cierto límite a los transportistas que sufren por la elevación del precio de los combustibles, pese a que ello no es causado por temática nacional, sino que lo es por la crisis bélica internacional que azota a Ucrania. También se puede entender la indignación de las amas de casa por el aumento de precios de los comestibles, debido a que por la huelga de transportistas y por la toma de carreteras, existe notorio desabastecimiento, entre otras motivaciones, no siempre razonables.

Lo que no se puede entender, son los actos de violencia, la incitación provocada por gentes que tratan de aprovecharse de ella con torvos e incalificables propósitos, que parecería no entienden o no quieren entender, que los derechos a la protesta no pueden desconocer el derecho de los demás a vivir en paz y concordia.

La gente de bien, queda perpleja e impertérrita al observar a jóvenes, que no son transportistas, que no tienen vela en el asunto, que tampoco son agricultores afectados por el alto costo de los abonos y plaguicidas, que cual forajidos y facinerosos, están sembrando el caos en el país al asaltar establecimientos comerciales, peajes, cajeros automáticos, romper puertas y ventanas, destrozar centros de trabajo llevándose sus mercancías y dejando en la desesperanza a los dueños de dichos establecimientos como a sus trabajadores.

Esos jóvenes atrabiliarios que actúan como galifardos y que se aprovechan de las protestas, quizás también llevados por la ponzoña sembrada por los traficantes de la violencia, se supone que deberían estar estudiando o trabajando o en todo caso buscando trabajo, pero de ningún modo delinquiendo, pues quien rompe puertas, roba lo que hay en el interior de los negocios y destruye lo que encuentra a su paso, comete delitos, que no solamente están tipificados en el Código Penal, sino que pueden ser procesados y sancionados por ello.

Muchos nos preguntamos ¿dónde están los padres de dichos jóvenes revoltosos y delincuenciales? ¿Acaso no les enseñaron decencia y respeto a los demás y a la propiedad ajena? ¿Cuándo pondrán orden en sus familias? Realmente es una situación intolerable e igual como esos delincuentes merecen el repudio general, es claro que ellos no califican para el famoso dicho que los “jóvenes son el tesoro del futuro” o “los ciudadanos para el futuro”

Nada de eso, los jóvenes que tendrán futuro promisor son los que se preparan, los que estudian, no los que asaltan, roban y destruyen. Entendemos que en nuestra patria hay dificultades, dos años de pandemia dejan huella, como también las dificultades económicas, pero ello no puede justificar el mal comportamiento.

(*) Excongresista de la República

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

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