Opinión

“El voto es más fuerte que una bala”

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Dice un antiguo refrán que “hay que saber ganar con humildad y perder con dignidad”. La frase encaja con precisión en la actual coyuntura electoral, en esta encrucijada en la que las recientes elecciones presidenciales, y su ajustado resultado, han puesto al país, con la consabida reacción de los contendores. El fair play, el llamado juego limpio que tanto se menciona en el deporte, también rige para las contiendas políticas, pues las reglas hay que respetarlas. Los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta se lanzan una serie de acusaciones y esta situación está causando más incertidumbre, angustia y polarización de la que ya había.

Ayer se conocieron los resultados de los comicios al 100% de actas procesadas y el ganador es Pedro Castillo, de Perú Libre, con 50.190%, mientras que Keiko Fujimori obtuvo 49.810%, con una diferencia de 66,698 votos, algo así como el estadio Monumental de River Plate de Argentina con las tribunas llenas. Una ventaja mínima, teniendo en cuenta que hubo alrededor de 25 millones de electores hábiles.

Las voces de fraude se escucharon en ambos bandos, incluso antes. Y sonaron más fuertes cuando el procesamiento de actas y publicación de los resultados en la página web de la ONPE se acercaba al 100% y la distancia seguía ajustadísima. Ahora hay actas impugnadas y acusaciones de todo calibre.

Castillo y Fujimori, los contendores, así como sus voceros y miembros de sus equipos, están llamados a actuar con responsabilidad y mesura. Y los organismos electorales, incluido el JNE, a dirimir con imparcialidad, objetividad y transparencia para resolver los casos que son materia de discusión.

Decía Abraham Lincoln, quien fue presidente de Estados Unidos entre los años 1861 y 1865, que “el voto es más fuerte que una bala”. Han pasado más de 150 años y la frase sigue vigente. Un solo voto puede inclinar la balanza a favor de uno de los participantes en una contienda electoral. Pero ese voto debe estar limpio de manipulación, sin manchas de artimañas ni malabarismos de personeros entrenados para el hurto. El voto debe permanecer incólume y reflejar la voluntad popular. De lo contrario, la democracia estaría en riesgo. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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