Opinión

El Perú saldrá de este hoyo

Por: Martín Valdivia Rodríguez

En 1959, la selección de fútbol de Perú goleó a la de Inglaterra por 4 a 1. Han pasado 64 años y nuestro país no solo atraviesa una crisis futbolística, sino también política, social y moral. Pero ese legendario partido, jugado en el Estadio Nacional ante 50,000 almas, nos hace recordar la frase “el Perú es más grande que sus problemas”, cuyo autor es el historiador Jorge Basadre. Es cierto, más temprano que tarde, el Perú saldrá de la encrucijada en la que se encuentra, volverá a ser un país pacífico, estable, con gran proyección económica, ojalá con autoridades eficientes, responsables y honestas. Y, claro, en lo deportivo retornará a la senda del triunfo en muchas disciplinas como el fútbol, donde nuevamente labrará su camino rumbo a un mundial.

La selección peruana de aquel entonces era integrada por Miguel Loayza (ídolo de Boca Juniors y del Huracán, donde se ganó el apodo de “Maestrito”), Juan “Loco” Seminario (quien jugó en el Barcelona y fue pichichi de la Liga española con el Real Zaragoza) y Juan Joya Cordero, “Negro el 11”, ganador de dos Copas Libertadores, dos Copas Intercontinentales y una Supercopa de Campeones Intercontinentales con Peñarol de Uruguay. Perú apabulló nada menos que a la selección del mítico Bobby Charlton, quien siete años más tarde levantaría la Copa del Mundo en Wembley. Así como en el fútbol, en los otros menesteres de la vida el Perú volverá a ser un país digno de admiración.

Porque en el deporte, en la política, en el mundo intelectual, en el arte y en otros campos, nuestro país alcanzó un sitial que a los peruanos de hoy nos toca recuperar. De estas tierras son el gran Pachacútec y Túpac, Amaru, Grau y Bolognesi, Vallejo, Arguedas y Vargas Llosa. Del Perú son Porras Barrenechea, Blanca Varela, Magda Portal, Chabuca Granda, Martín Chambi, Humareda, Sabogal… Faltaría espacio para enumerar a tantos peruanos cuyos nombres quedaron grabados en letras doradas y las páginas de nuestra historia.

Nuestro talón de Aquiles, como advertirían Basadre, González Prada, Pablo Macera y Antonio Raimondi, el de la también célebre frase “el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”, es la corrupción. Una corrupción que tiene su hábitat en la telaraña de la burocracia, la informalidad y la inestabilidad política, social y hasta jurídica. Curiosamente, como el Perú es un país democrático, son sus ciudadanos quienes eligen a sus autoridades. En las próximas elecciones tendremos la oportunidad de reivindicarnos y no elegir a quienes al final saldrán defraudándonos, como viene ocurriendo hasta la actualidad. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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