Opinión

El mensaje del Gobierno (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Podemos tener buenas intenciones y grandes ideas, pero si no sabemos comunicarlas, es lo mismo que nada. Esta deficiencia es mucho más grave si se trata de un gobierno. Ya lo decía ese tremendo orador de la antigua Atenas llamado Pericles: “El que sabe pensar, pero no sabe expresar lo que piensa; está en el mismo nivel que el que no sabe pensar”. Pasadas las fiestas, el régimen de la presidenta Dina Boluarte tendrá que poner especial interés en la comunicación para evitar que vuelva la tormenta política y social que ha dejado cerca de 30 muertos y paralizó el país durante cerca de dos semanas.

Para que una autoridad del Poder Ejecutivo pueda comunicar bien, no basta que sea un excelente técnico. El claro ejemplo lo tenemos en el anterior premier, Pedro Angulo, que carecía de la muñeca, la elocuencia y la contundencia que se necesitan para dar un mensaje claro a la ciudadanía. Ahora que Alfredo Otárola está al mando del Gabinete, cambia la cosa, pero igual, hay que andarse con mucho tino. Es fundamental determinar cuáles son los principales aspectos sobre los cuales debe girar el mensaje que el Ejecutivo les dará a los peruanos, especialmente a los que reanudarán las protestas.

Según dicen, el miércoles 4 de enero termina la tregua que los manifestantes le dieron al Gobierno. El mensaje del Ejecutivo, ya sea a través de la presidenta Boluarte o el premier Otárola, debe ser claro y sincero, pero no ofensivo. De nada vale seguir diciendo que el vandalismo y el terrorismo “no nos vencerán”, porque con ello estamos metiendo a todos en un mismo costal y, si se continúa esa perorata inoportuna, lo único que se podría lograr es exacerbar más los ánimos, echar más leña al fuego.

El Ejecutivo debe dirigirse exclusivamente a los manifestantes que protestan sin ninguna injerencia o manipulación de parte de los grupos políticos oportunistas o los rezagos terroristas. Es preciso trazar una línea divisoria entre esos dos bandos: los que ejercen su derecho a la protesta sin tirar piedras a las fuerzas del orden ni perpetrar ataques incendiarios contra locales públicos y privados; y los vándalos sí cometen esos estropicios usando incluso armas de fuego, bombas molotov y machetes.

¿Quién pierde con las protestas violentas, el cierre de carreteras y la paralización de la economía del país? Los bolsillos de la población, empezando por los más pobres, son los más perjudicados. Eso hay que explicarlo clarito. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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