Opinión

Nuevo presidente debe ser capaz y honesto

EDITORIAL

Llegó el día esperado. Las elecciones de hoy se realizarán en medio de una coyuntura muy especial. Al fracaso del gobierno en la lucha contra la corrupción, la inseguridad ciudadana, la recesión y el desempleo, ahondados por la pandemia, se suma la crítica situación sanitaria, con records de casos de contagio y fallecidos. Los peruanos esperan que el próximo gobierno, además de enrumbar al país por las riendas del desarrollo y el progreso, con más trabajo y menos hambre, sea capaz de enfrentar al COVID con medidas eficaces y oportunas.

Se espera que el nombre del ganador que den los canales de televisión en el “flash electoral” a boca de urna y el que confirme después la ONPE, sea el mejor de todos los candidatos, el más preparado, capaz y el que dé más garantía de responsabilidad y honradez. Aunque es casi seguro que haya segunda vuelta y, por lo tanto, el ganador final se conozca recién el 6 de junio próximo. En todo caso, se espera que los dos primeros, que al final disputarán la Presidencia de la República, sean los mejores.

Esta campaña electoral ha sido más agitada y encarnizada que todas las anteriores, pues los pullazos contra los candidatos han venido de todos lados y han sido de todos los calibres. También se dio, entre ellos, una encarnizada “guerra verbal” que fue atizada por las redes sociales.  Pero en medio de ese torbellino de ataques, defensas y contraataques que hubo entre los candidatos, hasta que las normas electorales se lo permitieron, los electores tienen la gran responsabilidad de elegir al que demuestre ser el mejor, pero con propuestas, con argumentos.

Hace décadas, cierto candidato prometió “honradez, tecnología y trabajo”. Hasta hizo su campaña electoral a bordo de un tractor y llegó a ganar las elecciones. Sin embargo, el agro no tuvo tecnología, su régimen aplicó una política de despidos laborales y de honradez no tuvo nada. Los asuntos de Estado se resolvían en la denominada salita del SIN, delante de fajos de dinero apilados en una mesita de centro por un tal Vladimiro Montesinos.

Además de capacidad, honradez y vocación de servicio, el próximo gobernante precisa también de decisión, la valentía suficiente como para luchar contra la corrupción sin que le tiemble la mano. De nada sirve un gobierno timorato y sin capacidad resolutiva, manipulado por grupos políticos y económicos, como los que hemos tenido hasta ahora. El Perú merece un verdadero cambio. Los electores, mediante el voto popular y democrático, tendrán hoy la solución en sus manos. Esperamos que su decisión sea la acertada.

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