Opinión

El inicio de las “turbas divinas”

Por: Hugo Guerra Arteaga

Las manifestaciones contra la casa de la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, así como el ataque y destrucción de equipos de periodistas que dan cobertura a las manifestaciones políticas son un mensaje de la nueva estrategia que inaugura el régimen de Castillo: el uso de las “turbas divinas” contra la oposición. A principios de la década de 1980 tuve que pasar una larga temporada en Centroamérica y allí, específicamente en Nicaragua, el entonces llamado Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) organizó a grupos de para partidarios que utilizaban las movilizaciones sorpresivas para atacar a los contrarrevolucionarios.

Igual a lo que estamos viendo ahora en Lima, de un momento a otro, agrupaciones de entre 50 y 100 personas se lanzaban a manifestar frente al domicilio de las víctimas del comunismo; es decir líderes demócratas, periodistas, intelectuales, religiosos, etc.

Inicialmente las protestas eran solo a viva voz; y precisamente se les llamaban “turbas divinas” porque supuestamente ponían en ejecución el aforismo de “la voz del pueblo es la voz de Dios”. El nombre lo puso el ex ministro del Interior de Nicaragua y terrible asesino, Tomás Borge. Así se traspoló el poder matonesco de grupos parecidos a las barras bravas a entidades con presunciones políticas sacrosantas.

Pero de santidad, nada. Las manifestaciones relámpago pronto dieron paso al ataque físico puro y duro: lanzamiento de piedras, uso de bombas molotov, disparos, palizas, etc. Todo siempre rápido, focalizado y sangriento.

En el Perú, Castillo en particular apostó primero por los ronderos; pero la mayor parte de éstos lo desprecian y no lo reconocen como líder real de sus organizaciones que nacieron esencialmente como respuesta apoyada por el gobierno de Fujimori contra Sendero Luminoso y el MRTA.

Perú Libre ahora está construyendo una especie de milicia amplia en la que sí hay algunos ronderos, pero predominan los agitadores, muchos trabajadores estatales (extorsionados porque si no participan los botan del cargo público), jóvenes desempleados, partidarios e inclusive terroristas con antecedentes registrados.

El mecanismo utilizado es traerlos del campo a la ciudad pagándoles el pasaje, la estadía más una propina; y en muchos casos les están haciendo préstamos a través de “financieras” que canalizan recursos estatales, pero también plata del narcotráfico.

Las primeras manifestaciones de violencia son los paseos en plena capital con machete en mano; alharaca de tipos uniformados como si fueran militares (que no necesariamente son reservistas); choques con manifestantes de oposición; griteríos en la casa de personalidades democráticas, etc.

Pero pronto los veremos usando armas y hasta imponiendo el terror, mientras que la policía se mantendrá impasible con actitud cada vez más permisiva. Así, las “turbas divinas” o como quiera que terminen llamándolas aquí serán parte del nuevo orden, de la nueva normalidad social y política.

Frente a eso ya veremos cuál será la respuesta democrática. Lo más probable es que después del desconcierto inicial, nadie se quedará cruzado de brazos y quizá terminemos como en Colombia organizado fuerzas de autodefensa.

Ya veremos, pero hay algo que sí es seguro: se nos vienen tiempos violentos, de choque y persecución política. Igual que en época del terrorismo habrá que hacer frente al fenómeno y tendremos que darle la razón a la amenaza del senil primer ministro Torres: “correrá sangre”. Que Dios nos ampare.

(*) Analista político y abogado

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

 

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba