Opinión

El fin de la presidencial de Riva Agüero

Por: Víctor A. García Belaunde

José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete (1783-1858) es el peruano que por primera vez tuvo el cargo de presidente de la República, y fue investido como tal por el Congreso Constituyente el 28 de febrero de 1823, y elevado a la clase de Gran Mariscal del Perú.

Durante su mandato se abocó a culminar la eliminación del poder español de nuestro país con los recursos humanos y materiales con los cuales contábamos, con el propósito de no depender de otras potencias, lo que conllevaba al endeudamiento externo.

Las cosas cambiaron a fines de mayo cuando llegó a Lima como ministro plenipotenciario de Colombia el general Antonio José de Sucre, siendo las verdaderas intenciones de su estancia estudiar e informar a Bolívar la situación del Perú en lo político y militar para entrar y abrir campaña contra los españoles.

Algunos miembros del Congreso Constituyente obnubilados por las glorias de Bolívar solicitaban a Sucre la ayuda del Libertador, menoscabando la autoridad de Riva Agüero a quien el 22 de junio el Congreso le restringe su autoridad únicamente en los lugares donde no sea el teatro de la guerra, porque donde la hay, allí manda el jefe del Ejército Unido, o sea Sucre. A la vista de este suceso, Riva Agüero y Sucre firman un acuerdo donde dan viabilidad a lo dado por el Congreso, pero al día siguiente se le exonera del cargo de presidente de la república, en momentos que el ejército realista ingresa nuevamente a Lima, mientras los poderes del nuevo Estado peruano se trasladaban al Callao.

¿A qué se debe esa exoneración? De acuerdo al decreto que lo aparta de la presidencia, Riva Agüero ante la situación que se presentaba tenía intenciones de renunciar, para no ser obstáculo en lograr la independencia del Perú.

Riva Agüero, no obstante haber acatado el mandato del Congreso, no cumple con aquello y se traslada a Trujillo; y en aquella ciudad pretende disolver el parlamento con lo cual se convierte en reo como así lo dice el considerando del decreto de 8 de agosto de 1823: “… después de estar depuesto legítimamente por la Representación Nacional la ha disuelto a la violencia, y con fuerza armada expatriando a varios diputados y creando a su arbitrio un Senado de que el mismo se hace presidente”. Y el artículo 1° del mismo decreto establece: “…José de la Riva Agüero es reo de alta traición, y sujeto al rigor de las leyes.”

Lo peor para Riva Agüero se dio en el decreto de 19 de agosto de 1823 donde se le persigue y aquel que lo capture vivo o muerto se le considera benemérito de la patria y obtendrá un premio. El entonces primer presidente del Perú se convirtió rápidamente en un elemento negativo que hacía peligrar la independencia peruana y logra partir al exilio en Guayaquil el 25 de noviembre de 1823.

En esta apretada síntesis del final de la primera administración presidencial podemos observar que se emplea un término poco usual para apartar a un mandatario del cargo; una exoneración es la acción de separar a una persona sin violencia de las funciones que ejerce por un superior, y como hemos visto así ocurrió. Mientras que la destitución es cuando una persona es depuesta por una comisión grave que puede ser un delito o una falta. Riva Agüero cometió comisiones graves, pero cuando ya no era presidente.

Mariano Felipe Paz Soldán en su Historia del Perú Independiente es contundente al decir sobre estos hechos: “El Congreso fue el principal o si se quiere el único que ocasionó todos los males de que el Perú fue víctima hasta fines del año 1824. Riva Agüero, con menos vanidad pudo evitarlos; pero en la lucha cometió graves errores que pagó bien caro”.

(*) Excongresista

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