Opinión

Derecho y obligación cívica

Por: Elena Pérez Vargas

En los últimos 30 años América Latina ha experimentado los efectos de la débil democracia que ostenta, marcando de manera trascendental elementos comunes que convergen entre estados, en la última década las aparentes similitudes culturales han pasado a ser totalmente relegadas por la desigualdad ya existente e incapacidad de los gobernantes para proveer de derechos fundamentales básicos, los mismos que permiten convertir a los habitantes en ciudadanos a todo efecto y garantizar la cohesión social digna y pacífica, la participación activa, el sentido de pertenencia de la población hacia el Estado, para lograr un apoyo continuo y estable hacia la democracia.

Los mayores niveles de riqueza a nivel mundial se concentran en nuestra región, motivo principal para ser vistos, desde siempre, como la gallina de los huevos de oro. Sin embargo, eso no ha permitido que las falencias y brechas en sectores de marcada desigualdad se acorten; por el contrario, se consolidan apoyadas en efectos que confluyen por diferentes problemas que son arrastradas desde épocas coloniales, el caudillismo y la falta de patriotismo.

En consecuencia, nuestro país ha sido tras estas últimas décadas escenario de conflictos y división social, corrupción y traición, crecimiento económico sin desarrollo sostenido ni sostenible, botín de mercaderes de la política, desvalor y carencia moral. Por lo que, en este escenario de pandemia, la población se siente huérfana de Estado y Gobierno, palpando en sus propias vidas esa inhumanidad, esa indolencia y desinterés por el bienestar general fundamentado en justicia y desarrollo recogido en nuestra constitución; social e individualmente resulta difícil en épocas electorales sentirnos identificados y mucho menos capaces de desvincular el Estado formal con el Estado real.

Suena a tragicomedia cruda y cruel, pero lamentablemente muy real. Estoy convencida, sin embargo, que si tomamos las cosas con la claridad que las circunstancias exigen, sabremos distinguir entre el interés particular y la responsabilidad y obligación cívica frente a nosotros. Habiendo vivido diferentes escenarios, y conocedores de nuestros alcances como peruanos, la historia ha puesto nuevamente frente a nosotros un capítulo de trascendental importancia en la consolidación de nuestro país y el fortalecimiento de su débil y socavada democracia; por lo que exhorto a cada uno de ustedes a que este domingo 11 de abril acudamos a cumplir con esa gran tarea cívico-democrática que tenemos en nuestras manos, nuestro País nos necesita unidos, claros, objetivos y más patriotas que nunca.

¡No al retroceso comunista ni al avance de la impunidad reptiliana!

(*) Abogada especialista en Gestión y Políticas Públicas

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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