Opinión

Cultura de aguas agitadas

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Cualquiera podría pensar que el Ministerio de Cultura es una de las carteras más suavecitas, sin sobresaltos ni aspavientos. Pero no es así. Hoy tenemos el escándalo de la reunión con representantes de La Resistencia, un colectivo civil de características extremistas al que sus miembros le dan fama por su apego a la conducta hostil y la amenaza. Han rodado cabezas por este desliz. Ayer tuvimos el caso Richard Swing, que causó un terremoto en el fugaz gobierno de Martín Vizcarra.

Resulta absurdo e inaudito que se haya incluido en la agenda del Mincul una cita con La Resistencia, motejado como La Pestilencia y que tiene como facción a Los Combatientes, otro grupo violento, que pasa de las palabras a la acción. Fuerza de choque, le dicen.

La Resistencia ha hecho tan mediático que aparece en Wikipedia, donde lo definen como “un colectivo peruano de extrema derecha, registrado como asociación civil, vinculado a los partidos políticos Fuerza Popular y Renovación Popular. En marco de las crisis políticas de 2017- 2020 y 2021-presente, el colectivo ganó fama por atacar a políticos opositores de los movimientos políticos de su afinidad, bajo la conspiración de la ‘izquierda caviar’”. Días antes de la reunión con el Mincul, un miembro de La Resistencia había amenazado de muerte a un funcionario público. Por eso no tiene justificación dicha cita, supuestamente para hablar de la lucha contra el racismo.

Richard Swing, quien era una especie de showman desconocido sediento de fama, se acercó al poder en el gobierno de Vizcarra. Se descubrió que había cobrado S/175 mil 400 del Ministerio de Cultura por sus servicios prestados que se dieron incluso durante la pandemia. Por ejemplo, lo contrataron para dar charlas “motivacionales a través de conferencias virtuales” a los trabajadores del Mincul.

Mientras Swing gozaba de esa suerte, verdaderos artistas la pasaban mal durante la cuarentena. Algunos gremios de músicos, artesanos, escritores y actores protestaron por el “abandono y falta de liderazgo” del Ministerio de Cultura durante el estado de emergencia. Y las comunidades indígenas, donde se conserva la cultura ancestral y se supone que deberían tener la atención del Micul, eran devastadas por el virus sin que el gobierno de entonces haga nada.

No es, pues, el Mincul una cartera tan liviana. Ahora que uno de los pilares de la reactivación es el turismo, el gobierno debería poner más atención en este sector. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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