Opinión

Crónica de una muerte política anunciada

Por: Iván Pedro Guevara Vásquez

El día 7 de Diciembre de 2022 pasará a ser conocido como el día del suicidio político de un ex Presidente de la República como Pedro Castillo Terrones, que fue elegido mayoritariamente por la población para gobernar para el periodo 2021-2026.

Tal día viene a ser un día trágico para nuestra historia política nacional por el intento de golpe de Estado perpetrado por el ex Presidente de la República, por no respetar lo dispuesto en la Constitución Política vigente en materia de la disolución del Pleno del Congreso de la República.

En medio de la pugna con la mayoría congresal por las marchas y contramarchas entre mociones de vacancia presidencial y cuestiones de confianza, el ex Presidente canceló, por mano propia, la única protección que tenía en su condición de máximo magistrado de la Nación: el respeto a la normatividad de la actual Constitución.

No es tanto una cuestión de asesores, pues al final fue su decisión. Su falta de conocimiento en filosofía, ciencia y teoría política fue fatal para sus intereses. Le faltó preparación en filosofía política, en la parte referida a la axiología política, por la cual el político puede orientar su conducta en base a valores en procura siempre del bien común.

Le faltó ciencia política para protegerse de posibles maniobras de grupos que han perdido cuotas de poder o de grupos que ansían el poder sin ningún límite ni control. Le faltó teoría política para diferenciar entre diversas situaciones con la finalidad de saber qué camino seguir y qué estrategia emplear.

En suma, le faltó conocimiento político para poder conducir los destinos del país en medio de redes de clientelaje y de contextos de corrupción.

Ahora, pese a que una facción congresal anunció antes que también debía inhabilitarse a la vicepresidente Dina Boluarte, ésta ya juramentó hace poco como la primera Presidente mujer de la República, teniendo enormes retos que afrontar en la conducción política de la Nación.

En esa medida, también hoy no se puede ni se debe perder la esperanza en un futuro mejor, en donde se respete siempre la voluntad de la población, del pueblo, por ser éste el representado, por encima de cualquier ambición personal que puedan tener los congresistas de la República en su condición de representantes.

Si el representado no está de acuerdo con su representante, debe revocarlo.

(*) Analista político

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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