Opinión

Copia y pega en el Congreso (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

La Inteligencia Artificial (IA), con sus múltiples aplicaciones, está revolucionando todo, desde la educación hasta los negocios. Sin embargo, su abuso y mal uso están causando también serios perjuicios. Una de las consecuencias negativas es la estimulación del ocio, el sedentarismo mental y la prisa para desarrollar actividades intelectuales en las que la participación del cerebro humano es imprescindible.

Un claro ejemplo lo tenemos en el Congreso, en el que muchos parlamentarios y sus asesores procuran darle el más mínimo trabajo a la materia gris. Un informe del periodista Martín Hidalgo, de El Comercio, reveló que el congresista Paul Gutiérrez, profesor de profesión y miembro de la bancada Bloque Magisterial, copió y pegó sin haber leído o comprendido las respuestas del famoso ChatGPT en el texto de un proyecto de ley de su autoría. El hecho quedó en evidencia porque incluyó fragmentos de esta herramienta de la IA sobre las razones por las cuales no podía considerar ciertos datos que no tenía a su disposición.

ChatGPT, que está entrenada para establecer un diálogo con el usuario, le advertía que, “como modelo de lenguaje Al (por sus siglas en inglés), no tengo acceso a información en tiempo real ni puedo conocer los detalles específicos de las discusiones legislativas o acuerdos nacionales después de mi fecha de corte en septiembre de 2021”. Esos datos, lógicamente, debió conseguirlos el congresista a través de sus asesores.

La persona que usa una IA debe leer las respuestas, analizarlas, clasificarlas, confirmarlas y depurarlas para incluirlas de manera correcta y apropiada en su investigación, hipótesis, propuesta, planteamiento o cualquier otro trabajo intelectual que fuere. Sin embargo, el congresista optó por lo que están haciendo ahora los alumnos de primaria, secundaria y hasta la universidad: copiar y pegar; con las consecuencias en el nivel de aprendizaje que ya conocemos.

El error de Paul Gutiérrez demuestra dos cosas. Primero, la ligereza y falta de seriedad con la que ciertos congresistas están realizando su trabajo legislativo. Y, segundo, la irresponsabilidad y/o incompetencia de algunos asesores parlamentarios que, con su deficiente labor, están induciendo a errores garrafales a sus jefes en el Poder Legislativo. Porque no es la primera vez que ocurre una situación de esta naturaleza, y los asesores, precisamente, están allí para cuidarles las espaldas a los congresistas.

El tema es tan interesante que merece un análisis más amplio. Lo seguimos en la próxima columna. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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