Opinión

Calma, agua de azahar y valeriana

Por: Antero Flores-Araoz

El domingo se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en segunda vuelta, entre la candidata y el candidato que habían obtenido las dos votaciones más importantes en la primera rueda, pese a no ser significativas ninguna de ellas debido al crecido número de planchas presidenciales que habían postulado.

Como era previsible por los pronósticos de las encuestadoras y medios de expresión, la diferencia entre quien gane y quien no, era como se dice popularmente “de infarto”, y en el argot hípico cualquiera de los dos podría ganar por “una nariz”.

Inusualmente concurrieron a votar muchísimas personas que no lo habían hecho en la primera vuelta, ciudadanos que estaban en el extranjero adelantaron vuelo de retorno para cumplir con su derecho y a la vez obligación electoral, personas muy ancianas y que no tenían el deber legal de votar lo hicieron por deber cívico y peruanos que residían en el exterior viajaron largos trayectos para llegar al consulado que les correspondía para depositar la cédula de sufragio.

Después de la votación se dio un primer flash televisivo anunciando el resultado a boca de urna por una conocida encuestadora, existiendo una diferencia de 6 décimos entre la candidata y el candidato. Más tarde se dio el segundo anuncio por la misma encuestadora bajo el sistema de conteo rápido, en que revertiendo el primer anuncio se invirtieron los papeles con una diferencia de 4 décimos a favor del candidato.

Desilusión para algunos, alegría para otros y esperanzas para ambos cuando comenzaron a darse resultados oficiales, aunque provisorios por faltar muchas zonas rurales y la mayoría de las mesas electorales en el extranjero.

Lo peor en cifras tan cercanas, así no sean definitivas, es el desconcierto entre votantes que no distinguen resultados a boca de urna con coteo rápido. En el primero la encuestadora pregunta a algunas personas, al salir del local de sufragio, ¿por quién votaron? y la respuesta puede ser real o no, sin existir garantía alguna. El conteo rápido, es cuando en las mesas se abre el recipiente de los votos y ellos se cuentan, pero la muestra sigue siendo reducida y puede llevar a errores.

El desasosiego aumenta, debido a la demora en resultados oficiales definitivos pues en mesa se resuelven las impugnaciones, pero de lo que se decida se puede apelar ante el Jurado Electoral Especial que resolverá en instancia definitiva, pero ello puede ser lento según el número de impugnaciones que deban resolverse, por lo que hay que llamar la atención a las autoridades electorales para que actúen con presteza.

A los dos postulantes presidenciales, a los partidos de los que forman parte y a los seguidores de ambos, hay que llamarlos a la tranquilidad y a aceptar los resultados oficiales que correspondan en su oportunidad, debiendo ser los candidatos suficientemente patriotas para no desatar ni tampoco permitir violencia, sino extenderse la mano de colaboración por el bien del Perú y comprender que se debe hacer lo necesario para que al interior del territorio llegue también los beneficios del desarrollo. Mientras tanto, tomen agua de azahar y valeriana, y si están mezcladas tanto mejor.

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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