Opinión

Burocracia y ausencia de meritocracia

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Aparte de las promesas de obras, entrega de bonos y medidas para evitar que suban los precios, entre otras tantas, el ciudadano de a pie espera que el próximo gobierno también resuelva los problemas cotidianos que perjudican la atención que brinda el Estado a través de las diversas instituciones públicas. En los hospitales del Minsa y EsSalud, ministerios, universidades nacionales, comisarías y otras entidades, la excesiva burocracia, la falta de vocación de servicio, la incapacidad y otros factores redundan en una deficiente atención al público. Es un problema de nunca acabar, pues ningún gobierno se ha preocupado por resolverlo.

“Bien hecho es mejor que bien dicho”, dijo alguna vez Benjamín Franklin, quien además de científico e inventor, era un político cuyas cualidades humanistas le permitieron tener una visión clara de lo que significa servir a los demás. Un compromiso que no asumen, por ejemplo, tantos empleados públicos que sostienen conversaciones personales por el teléfono, chatean o se pintan las uñas, en caso de las mujeres, mientras los usuarios y contribuyentes, de cuyos bolsillos sale el dinero para pagar sus sueldos, hacen largas colas o aguardan impacientes, durante horas y horas, en las salas de espera de las instituciones públicas.

Un claro ejemplo de esta mala atención salió a la luz cuando se descubrió que algunos médicos de hospitales nacionales abandonaban a sus pacientes por ir a atender en clínicas privadas cercanas, donde también trabajaban. Luego de las denuncias de la prensa y el escándalo, las autoridades ofrecieron detener esas tropelías, pero por posteriores informes periodísticos se supo que todo seguía igual. Increíble.

Otro problema es la falta de meritocracia. En las convocatorias de trabajo o de prácticas preprofesionales del sector público, por ejemplo, siguen el ‘tarjetazo’ y el amiguismo. No hay equidad, que es la cualidad de dar a cada uno lo que merece en función de sus méritos.

En las dependencias policiales, igual. En no todas, pero en muchas, sigue la clásica ‘chanchita’ para el comisario y la frase ‘déjate algo para la gaseosa’. Incluso, subalternos y hasta oficiales se ven involucrados en bandas delincuenciales. A mediados del siglo pasado, Pío Baroja decía que “en los países latinos, la burocracia parece que se ha establecido para vejar al público”. Han pasado más de setenta años y en varias naciones de la región se ha avanzado en la solución, pero en el Perú casi nada. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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