Opinión

Augusto B. Leguía, obras y muerte

Por: Omar Chehade Moya

Augusto Bernardino Leguía y Salcedo fue el verdadero constructor del Perú moderno, del Perú de las obras públicas, del Perú de la inversión norteamericana. Lima era una aldea antes de los dos gobiernos de Leguía y fue una metrópoli después de sus gobiernos: (1908 a 1912) (1919 a 1930) Fue el presidente que más tiempo gobernó el Perú: 15 años. Ganó cuatro elecciones presidenciales. Leguía, quien nació en febrero de 1862 en Lambayeque y estudió en un colegio inglés en Valparaíso Chile, fue un feroz defensor de la resistencia de Lima en la guerra del Pacífico ante el invasor sureño. Hábil hombre de negocios haciendo fortuna con la industria azucarera y en la venta de seguros. Se enroló al Partido Civil de la familia Pardo, y desde allí fue nombrado ministro de Hacienda en los gobiernos civilistas de Manuel Candamo y José Pardo donde promovió importantes empréstitos internacionales para realizar fabulosas obras públicas en Perú.

Luego fue electo presidente en 1908 por un período de cuatro años, donde consideró a su gobierno “la patria nueva”. Empezó a cerrar cuatro de las cinco fronteras que tiene el Perú con sus vecinos países, aunque de manera controversial y polémica, porque consideraba que el Perú no podía desarrollarse teniendo conflictos armados con los demás países en conflicto.

Como consecuencia de ello, una conspiración pierolista lo arrestó y a empellones lo llevó hasta la Plaza de la Inquisición junto al Congreso Nacional queriendo obligarlo a renunciar. Ante la reiterada negativa del presidente Leguía a hacerlo, apareció la guardia nacional que liberó al jefe de Estado y detuvo a los conspiradores. A partir de allí esa fecha se denomina: “el día del carácter”.

Posteriormente, en el gobierno de Guillermo Billinghurst en 1913, Leguía es deportado a Panamá para luego regresar y ganar las elecciones presidenciales en 1919, inaugurando lo que luego se definiría como: “el oncenio de Leguía”. Gestión gubernamental muy próspera en obras públicas y en desarrollo económico, aunque de corte autoritario y personalista, tanto así que el entorno del jefe de Estado se encargaba de decirle al presidente que “era un predestinado en el poder”, casi un Mesías, tanto que se hizo reelegir cambiando la constitución a su medida, hasta que en 1930 un golpe de estado liderado por el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro puso fin a sus desmedidas ambiciones.

Primero fue embarcado en el buque Almirante Grau a Panamá, pero los odiadores golpistas exigían la prisión del presidente obligando al barco a regresar con Leguía detenido, por ello lo trasladaron a la isla El Frontón y luego a la cárcel “el Panóptico”, (hoy convertido en hotel Sheraton) exponiéndolo al hambre y a las peores condiciones inhumas de encarcelamiento, viviendo en una precaria celda de 14 metros cuadrados cuya única ventana fue tapada. Ante su salud resquebrajada y pesando solo 48 kilos, fue trasladado al hospital Naval del Callao por un mal de próstata y bronconeumonía, falleciendo sin mayor fortuna patrimonial el 6 de febrero de 1932, a los 68 años de edad. Sus odiadores golpistas jamás conocieron la frase: “mortal no hagáis de tu odio inmortal”.

(*) Ex vicepresidente del Perú y ex congresista de la República.

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

Related Articles

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Back to top button